Hoy, Rusia, Venezuela y Libia serán los países a los cuales vamos a hacer referencia para poner como ejemplos de cómo se va moviendo el tablero en los días que corren.
¿En qué anda el tío Vladimir?
Con la atosigante presencia de la pandemia en la agenda y su impacto en las ya deterioradas relaciones entre China y Estados Unidos, Rusia quedó un poco relegada en la discusión pública, cosa que siempre es un error.
Antes del coronavirus, Putin había logrado que la Duma apruebe la realización de un referéndum constitucional que le permitiría, en el caso de aprobarse, competir en las próximas dos elecciones: la de 2024 y la de 2030. Los mandatos en Rusia son de 6 años. Esto habilitaría al Presidente ruso a ejercer la jefatura del Estado hasta 2036, habida cuenta de su imbatibilidad electoral, provocada no solo por su popularidad, sino también por las proscripciones contra ciertos dirigentes opositores.
Putin dirige ininterrumpidamente los destinos de Rusia desde el año 2000, incluso en el periodo 2008 - 2012, cuando fue Primer Ministro de su delfín, Dimitri Medvedev, que ofició Presidente en esos cuatro años.
Este breve racconto sirve para refrescar la memoria ante un hecho que tendrá lugar este próximo miércoles: la votación del referéndum. Se da por descontado que el gobierno tendrá un resultado favorable y Vladimir se podrá presentar como candidato por su partido, Rusia Unida, dentro de cuatro años.
Son muchísimos los factores que posibilitan el ejercicio del poder de forma casi unipersonal por parte del líder ruso, pero uno de ellos es el sentimiento nacionalista que ha despertado en la sociedad. En ese sentido, esta semana se realizó el tradicional desfile por el 75º aniversario del triunfo del Ejército Rojo contra la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. Acá, algunas fotos y unos videos.
En simultáneo, el lunes se encontraron en Viena los representantes del gobierno ruso con enviados de Trump. El motivo del encuentro fue la conversación por la firma de la renovación del Tratado de Control de Armas Estratégicas, o START III, por sus siglas en ingles. Este tratado, que viene siendo renovado desde la Guerra Fría, y que vence el año que viene, lo que básicamente hace es limitar las cabezas nucleares de ambos países y establecer un sistema de inspecciones mutuas que ayuda a crear un clima de confianza. Recordemos que estamos hablando de armas nucleares, y no de ametralladoras.
Fiel a su estilo, Trump decidió no renovarlo. La razón que esgrime Estados Unidos es que quiere que China se siente en la mesa, algo que Beijing declina porque dice que son incomparables los arsenales nucleares con los que cuenta al lado de los sistemas ruso y estadounidense. Las cuantificaciones varían, pero para que se den una idea, Rusia y Estados Unidos cuentan con más de 6000 cabezas nucleares y China tiene menos de 400.
Con todo esto me refiero que en un momento de movimientos geopolíticos acelerados por la pandemia, no es una buena noticia que las dos potencias nucleares más grandes del mundo no puedan ponerse de acuerdo para la manutención del régimen de control mutuo. Tranqui, no va a haber una conflagración nuclear. Pero si se ponen de acuerdo, mucho mejor.
El ventilador de John Bolton
Esto bien podría ser el nombre de una peli, pero remite a algo mucho más real. La semana pasada habíamos hablado sobre la publicación de un libro que tiene como autor a John Bolton, ex Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos. En el texto, Bolton habla sobre Trump como un Presidente que no está a la altura del cargo que ocupa, y de muchas otras cosas. Pero lo más interesante fueron algunos pasajes que escribió sobre Venezuela.
Según Bolton, Trump tuvo siempre varias reservas con respecto al liderazgo de Juan Guaidó, a quien el Presidente norteamericano veía como una persona “débil” en contraposición a Maduro que, si bien es catalogado como un dictador comunista y un ser siniestro, es un hombre “muy fuerte y extremadamente inteligente” en palabras de Trump, citado por su ex asesor.
Lo cierto es que esto es otro golpe para el líder opositor, que después de un año y medio de su autoproclamación como Presidente interino de Venezuela, no pudo correr ni un centímetro del poder a Nicolás Maduro que resistió el reconocimiento internacional a Guaidó, las numerosas sanciones económicas estadounidenses y la crisis endémica que vive el país desde hace varios años.
Hacia el lunes, hubo otra novedad. El sitio web Axios publicó una entrevista que le hizo a Trump, donde el Presidente norteamericano dice que no descarta la posibilidad de reunirse con Maduro. Esto, sumado a la prendida de ventilador de Bolton, hizo correr los rumores sobre un posible cambio de política sobre Venezuela. Con la situación haciéndolo correr, Trump aclaró por Twitter que si se reúne con el Presidente de Venezuela es para discutir su salida pacífica del poder.
https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1275072468709859328
Varias cosas se desprenden de todo esto: en primer lugar, Guaidó está cada vez más complicado para seguir ejerciendo el rol de líder opositor de Venezuela y eventual figura de recambio ante un improbable derrocamiento del chavismo. Su principal activo, las sanciones contra el país y el reconocimiento internacional tienen varios problemas y no son atributos de poder propio, sino más bien prestado. Las sanciones no afectan a Maduro, sino a los millones de venezolanos en un contexto de pandemia. Y el reconocimiento internacional empieza a mermar ante la seguidilla de fracasos.
Lo otro importante es que Trump ya dio varias señales de que no confía en Guaidó como dirigente capaz de hacer caer a Maduro. Pero como todo lo que haga Donald de acá a noviembre tiene que ver con las elecciones, lo más probable es que su política contra Venezuela no cambie para conservar el apoyo de los votantes latinos de Florida, que tienen una tremenda capacidad de lobby para motorizar políticas contra Venezuela y Cuba.
Ah, casi me olvido. Para algo sirve este resumen. Acá te dejo un link para descargar el libro de Bolton -->VER
El tablero mediterráneo
Si bien hicimos una pequeña referencia en las semanas anteriores, el conflicto en Libia tiene varias aristas interesantes para abordar.
Rápido resumen: en 2011, tras el derrocamiento y asesinato de Muamar Gadafi, que gobernó Libia por más de 40 años, el país del Norte de África se vio envuelto en una guerra civil que ya se cobró miles de vidas. Como suele suceder en los lugares donde las potencias se meten con sus aparentes motivaciones de liberación democrática, tras la retirada de las fuerzas extranjeras lo que sobrevino fue una cruenta conflagración fratricida producto del vacío de poder. Sin ir más lejos, en Irak, Afganistán, Siria y algunos otros países paso algo similar. La famosa primavera árabe no fue tal en Libia.
Lo cierto es que ahora Libia está gobernada por Fayez al Serraj, el representante del Gobierno de Unidad Nacional, reconocido por la ONU y apoyado por Turquía y los petrodólares de Qatar.
Hace más o menos un año, un mariscal con gran poder territorial al este de Libia llamado Jalifa Hafter, entró en abierto conflicto con el Gobierno de Unidad y comenzó su marcha militar hacia Trípoli, la capital del país. Tras meses de victorias, en las últimas semanas Hafter se vio obligado a retroceder, y las fuerzas gubernamentales libias avanzaron y reconquistaron toda la zona central del extenso territorio que conforma Libia.
Si bien Hafter es un hombre muy capaz en términos militares, tiene varios apoyos extranjeros que le posibilitaron sus anteriores victorias: Egipto, la diplomacia francesa, los petrodólares de los Emiratos Árabes, y mercenarios de una empresa militar supuestamente entrenados por Rusia. Terrible ensalada, ¿no?
Yo siempre recomiendo lo mismo: vayan al Google Maps y fíjense en el mapa donde esta cada uno de estos países. Esto ayuda a comprender cuales son los intereses que cada uno de estos países en Libia. El control del Mediterráneo, los pozos de petróleo, las facciones políticas seculares e islamistas con influencia regional y los intereses económicos de las potencias extranjeras pintan de pies a cabeza la complejidad del conflicto libio.
No por estar tristemente acostumbrados a la violencia en Medio Oriente y el Norte de África hay que pasarlo por alto. Algunas aclaraciones sobre la conformación de los apoyos en Libia, en esta nota de enero del diario El País -->VER
Ping Pong y bonus
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Volvió el futbol en Europa (denme changüí, hacía varias semanas que no hablaba de esto), y los jugadores se hicieron eco del pedido extendido de justicia racial a raíz del asesinato de George Floyd hace un mes. Todos los equipos de la Premier League inglesa, donde el Liverpool se coronó campeón ayer, aparecieron con la misma inscripción en sus camisetas.
Algunos jugadores también fueron parte del simbólico reclamo, como Romelu Lukaku, un belga de ascendencia congoleña que no para de hacer goles en el Inter de Milán.
Trump relanzo su campaña presidencial en la ciudad de Tulsa, en Oklahoma. Su intención era que reviente de gente, pero no sucedió. Hay versiones que afirman que una campaña en la red social Tik Tok se organizó para reservar lugares y finalmente no ir, boicoteando la asistencia al mitin. A Donald lo corrieron los ‘centennials’.
La última es de un zarpado mural perdido en una favela brasileña
Si todo sale bien, nos escribimos el viernes que viene. Si usted se cansó de hablar en los reencuentros afectivos de temas ligados al coronavirus, y se puso a hablar del libro de John Bolton porque lo leyó acá, recomiende este humilde resumen a ese amigue que le puede llegar a interesar.
Hasta la semana que viene.
(*) Analista internacional de Fundamentar