Los ataques del 14 de septiembre a las mayores refinerías de petróleo de Arabia Saudita afectaron la producción y el precio de este producto, y puso en jaque a la comunidad internacional. Sin embargo, es importante entender que, dado el contexto actual, un ataque de este tipo ya no da vía libre a una respuesta como sucedía en el pasado, cuando se priorizaba resolver la situación acudiendo a los medios estrictamente militares.
Arabia Saudita está intentando optimizar su imagen ante la comunidad internacional, además de posicionarse como líder regional en Medio Oriente, y ser líder en la producción de petróleo y en la misma OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).
¿Qué pasó en Arabia Saudita?
El 14 de septiembre de este año se llevaron a cabo los ataques con drones y misiles de crucero a la infraestructura petrolera más grande en la historia de Arabia Saudita. Los objetivos fueron las refinerías de la empresa estatal Saudi Aramco en Abqaiq y Khurais en el este del reino.
Saudi Aramco es la mayor empresa petrolera del mundo y aporta el 10% de la producción mundial de petróleo según los datos de la OPEP. Además, es la empresa más rentable del mundo, incluso por delante del gigante informático Apple, con unos ingresos estimados de cerca de 356.000 millones de dólares, aunque aún no cotice en Bolsa.
Teniendo en cuenta que el reino es altamente dependiente de la producción y exportación del petróleo, más allá de la Visión 2030 por la que pretende diversificar su economía, podemos decir que el objetivo del ataque fue claramente geoestratégico.
Como consecuencia la empresa vio afectada su producción de petróleo que disminuyó a la mitad, cayendo a un piso de 5,7 millones de barriles al día, es decir, al 50% de su capacidad. Lo que significó una brutal caída de entre el 5% y 6% en la producción a nivel global según Forbes, afectando fuertemente al precio del barril, que se disparó un 20%. La cotización del barril Brent de referencia europea registró en Londres un aumento que llegó a los 71,96 dólares para moderarse en 69,02 dólares por barril (14%). Mientras que en la Bolsa de Nueva York, la cotización del petróleo WTI (West Texas Intermediate) de referencia estadounidense, cotizó a 62,90 dólares, con un incremento del 14.8%.
Desde la Guerra del Golfo que no se vivía un aumento tan abrupto del precio del barril, a pesar de llegar al precio en que se mantenía en mayo. El problema se trasladó también a la producción de gas asociada a la extracción petrolera, lo cual se tradujo en una pérdida de 700.000 barriles diarios de gas natural condensado.
La autoría del ataque se la adjudicaron los hutíes yemeníes que luchan en la guerra contra las tropas de Arabia Saudita en Yemen. La situación en el país estalló en 2011, y desde 2015 una coalición encabezada por el reino saudí y los Emiratos Árabes intervienen en él bajo petición del presidente Hadi, en contra de la toma de posición de los hutíes en regiones septentrionales apoyados logísticamente por Irán. Por esta razón, Arabia Saudita y Estados Unidos apuntaron contra la República Islámica de Irán acusando de haber facilitado los drones, imputación que fué rechazada por los funcionarios iraníes.
Inmediatamente después de los ataques el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, declaró que, si no se llevaba a cabo una contención efectiva contra el régimen iraní, el precio del petróleo podría alcanzar “números inimaginablemente altos” y se verían afectados los suministros del mismo. Ante tremenda amenaza, y mientras que, desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump autorizaba la utilización de la Reserva Estratégica de Petróleo estadounidense, ubicadas en las costas de Texas y Luisiana, para mantener la estabilidad del mercado internacional, Arabia Saudita por su parte apostó a utilizar sus reservas para mantener las exportaciones a corto plazo.
A los pocos días, Arabia Saudita restableció completamente la producción de crudo, incluso a niveles mayores a los previos a los ataques para estabilizar la capacidad de oferta con las demandas. En un acto en Rusia, el príncipe saudí y ministro de energía declaró que restablecieron la capacidad de producción alcanzando los 11,2 millones de barriles diarios (mbd), cuando a principios de septiembre la capacidad rondaba los 9,8 mbd. El anuncio generó tranquilidad en el mercado, pero además una baja del precio del barril.
¿Cuál es la situación del petróleo?
Arabia Saudita es sin duda quien determina el precio del barril, conjuntamente con los miembros de la OPEP. Sin embargo, Estados Unidos se convirtió en el principal productor de petróleo logrando ya exportaciones del mismo, lo cual es una importante revolución geopolítica, teniendo presente que la alianza entre ambos se sostuvo durante muchísimo tiempo por el oro negro.
Estados Unidos logró encabezar la lista de productores en 2018 gracias a la tecnología fracking (fractura hidráulica), patente dada a las petroleras nacionales que llevó al país a una casi independencia energética y es, desde 2011, el primer productor de gas por delante de Rusia.
Esta tecnología dependía del nicho de rentabilidad que generaban los altos precios del petróleo, por lo cual la estrategia de los miembros de la OPEP fue siempre mantener el precio bajo limitando la producción. Esto cambió con la llegada de Trump quien apostó a la tecnología y posibilitó que ya no dependa del precio del petróleo sino de la geografía de su país.
En 2018 la producción mundial de crudo aumentó un 1.6 % en relación al 2017, alcanzando los 75,78 mbd según la OPEP. Este aumento fue justamente mérito estadounidense, mientras que disminuyó la producción de los miembros de la OPEP por la estrategia de limitar la producción para mantener un precio bajo del barril, entre otros motivos. Esa es, por ejemplo, una de las razones por la que Ecuador decidió retirarse de la organización a finales de este mes.
La transformación del país del norte de dependiente a exportador de energía generó una inversión geopolítica de gran envergadura, que podría traducirse en una dilución de las alianzas estratégicas en la región de Medio Oriente y el Norte de África (MENA).
Una caída de la producción del petróleo podría perjudicar al crecimiento mundial de la economía, especialmente en las grandes potencias comerciales como China, Alemania o el propio Estados Unidos. Es por esto, que lograr estabilizar el mercado para no obstaculizar una economía mundial ya perturbada es de suma relevancia, más allá de que la principal perjudicada sea Arabia Saudita, como explicó la flamante Directora General del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, una “economía mundial (que) se encuentra ahora en un período de desaceleración sincronizada”.
Sumado a riesgos de materia económico-financieros, también existe el riesgo geopolítico, especialmente de carácter militar. Los ataques recientes tienen lugar en un contexto internacional en el que Arabia Saudita se encuentra en una lucha contra-hegemónica con Irán por posicionarse como la potencia regional del MENA. Para esto, utilizan diferentes situaciones regionales a su favor sin un evitando un enfrentamiento directo más allá del meramente discursivo, pero contando con aliados de peso extra-regional.
El después
Los precios del barril del petróleo volvieron a fluctuar por dos noticias que retienen la atención del mercado. Por un lado, el gobierno iraní informó el 11 de octubre que dos misiles habrían impactado contra un buque Sabity de la National Iranian Oil Company en el Mar Rojo, a 60 millas de la ciudad de Jeddah, Arabia Saudita. Si bien la tripulación no resultó herida, y los trabajos de reparación se realizaron de forma rápida, el precio Brent subió 2.07% lo que equivale a 60.33 dólares, el futuro WTI tuvo una cotización similar.
Paralelamente, el anuncio de Estados Unidos y China del mismo día, generaron una baja del precio del petróleo, las conversaciones llevaron cautela al mercado, teniendo presente que las acciones todavía no se llevaron a cabo. Esta rivalidad está acompañada también por el clima de tensión entre Estados Unidos e Irán desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, a pesar de que justo antes de los ataques a las refinerías el presidente estadounidense se había mostrado abierto a la posibilidad a una conversación y de los cruces de funcionarios en los pasillos de la Cumbre del G7 en Biarritz, Francia.
Sin embargo, no está todo dicho, los supuestos boicots a los buques mercantes en el Estrecho de Ormuz, la iniciativa estadounidense de patrullaje para protegerlos, las negociaciones iraníes con Europa por el Acuerdo Nuclear y las crisis, especialmente en Siria y Yemen ponen en jaque a la región y pueden volver a desestabilizar el mercado petrolero.
FUENTE: Síntesis Mundial
(*) Investigador del Centro de Estudios Políticos e Internacionales -CEPI-