El conflicto comercial entre los dos principales socios del Mercosur se resolvió tras una serie de negociaciones bilaterales. Aquí se repasa el desarrollo de los acontecimientos y los mecanismos que llevaron a su resolución
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Las disputas comerciales con nuestro principal socio del Mercosur son un dato constante. El último conflicto se desató tras los reclamos cruzados entre ambos gobiernos por las trabas al comercio y la decisión de Brasil de imponer nuevas Licencias No Automáticas (LNA) al ingreso de autos, repuestos y neumáticos. El endurecimiento de las posturas a ambos lados de las fronteras responde a diferentes realidades.
En el caso de Brasil, la pérdida de competitividad fundamentalmente en su relación con China explica en gran medida la creciente preocupación del gobierno y las recientes disposiciones en materia de importación. Del lado argentino, la reindustrialización del país como prioridad del Gobierno Nacional junto con la dificultad en superar las asimetrías estructurales en el seno del Mercosur, imponen una extensa agenda de negociación donde la voluntad política y el entendimiento con Brasil son cruciales.
Sin embargo, en este como en todos los casos precedentes, la disputa comercial se ve siempre supeditada a la realidad de dos economías interdependientes y que por eso no pueden permitir que el conflicto supere ciertos límites. Se trata en definitiva, de una puja por el crecimiento.
El problema comenzó a principios de Mayo cuando el Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil, Fernando Pimentel, envió una carta a su par argentina Débora Giorgi en la que manifestaba la queja de su gobierno por las demoras que sufren los productos de su país para ingresar a la Argentina. En el mes de Febrero la cartera de Industria argentina había aumentado de 408 a 577 el número de artículos provenientes de Brasil que se incluyen en el sistema de LNA.
Éstas implican un trámite que permite al gobierno nacional administrar restricciones al comercio que son permitidas por el marco jurídico de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Este mecanismo posibilita la detección de importaciones que puedan implicar competencia desleal así como de productos con los que se pueda iniciar un proceso de producción nacional.
El problema planteado por Pimentel consistía en que los permisos no habían sido entregados dentro de los 60 días permitidos por la OMC y por lo tanto las exportaciones brasileñas (principalmente maquinaria agrícola, calzado, alimentos, golosinas y electrodomésticos) estarían siendo perjudicadas por la aplicación de restricciones al comercio.
Ese fue el reclamo que días antes le habían presentado los empresarios brasileños agrupados en la Confederación Nacional de la Industria y la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, quienes además denuncian que cuando sus productos finalmente obtienen las Licencias para ingresar al país sufren nuevas demoras en la Aduana y, en el caso de los alimentos, tienen dificultades para obtener la autorización para circular en el mercado que emite el Instituto Nacional de Alimentos.
Pero además de la queja formal, en la carta enviada a Giorgi, Pimentel ultimó al Gobierno argentino a tomar medidas para acelerar los trámites sugiriendo la posibilidad de que, en caso contrario, Brasil aplicaría algún tipo de represalia comercial. Esto último fue lo que seguramente motivó la dura respuesta de la Ministra de Industria Débora Giorgi quien en una carta enviada a su par brasileño, aseguró que las medidas de administración de comercio que aplica nuestro país en ningún caso pretenden afectar los vínculos comerciales con Brasil a quien "consideramos un socio estratégico".
En la misiva, además, enumera una larga lista de reclamos en la que distingue entre problemas puntuales que tienen varios productos argentinos para acceder al mercado de Brasil (aceite de oliva, vinos, leche en polvo y vajilla de vidrio), y problemas de acceso de tipo estructural (como la prohibición de circulación de mosto a granel, demoras en el registro de productos agroquímicos, veterinarios y medicamentos, obstáculos para el acceso de productos de línea blanca, demoras en la negociación del Protocolo de Compras Gubernamentales, y la discriminación en el financiamiento que otorga el BNDES para la compra de camiones y maquinaria agrícola).
En total, las pérdidas calculadas por el Ministerio de Industria argentino debido a la aplicación de barreras por parte de Brasil suman unos 7 mil millones de dólares anuales en exportaciones no realizadas que significarían la superación del déficit estructural industrial argentino con respecto a Brasil.
Tras el descargo de Giorgi, desde Brasil decidieron imponer nuevas LNA para el ingreso de autos, repuestos y neumáticos. Como consecuencia quedaron varados en la frontera unos 2700 vehículos fabricados en el país. Esta vez la queja de Giorgi estuvo centrada en la ausencia de un aviso previo por parte del Gobierno de Brasil mientras que cuando Argentina aplicó este tipo de medidas en el mes de Febrero se informó 10 días antes y comenzaron a entrar en vigor luego de un plazo de 30 días.
Pero además, si bien este sistema afecta el ingreso de importaciones provenientes no sólo de Argentina sino también de México, Corea del Sur, Estados Unidos, China, Francia y Alemania, en la práctica nuestro país es el más perjudicado ya que las exportaciones de autos representan el 39% del total de las ventas a Brasil y constituyen el único rubro en el que Argentina posee superávit en relación a su socio (durante el 2010 los datos del comercio bilateral muestran que mientras el déficit de Argentina fue de 4 mil millones de dólares, en autos tuvo un superávit de 413 millones de dólares).
Desde 2003 nuestro país registra un déficit creciente de su balanza comercial en productos manufacturados con respecto a Brasil, lo que ha motivado la firma en 2006 del Mecanismo de Adaptación Competitiva para atender los desequilibrios estructurales, pero que sin embargo aún no está vigente. Esto explica el malestar que generó en el gobierno la decisión de Brasil, que afecta justamente el sector industrial que mayor crecimiento registra (un promedio anual del 23,2%).
Por otra parte, los brasileños tampoco pueden permitirse afectar un rubro en el cual se ha logrado la mayor complementación entre ambos países: si se analiza sólo el rubro automóviles es cierto que Argentina posee un superávit, pero en la cadena automotriz-autopartista nuestro país registra un déficit de 1900 millones de dólares, ya que gran parte de los insumos son importados desde Brasil.
Todo lo antedicho estuvo presente en las consideraciones de los Ministros de Industria de los dos países al momento de buscar una solución. A sólo unas horas de desatado el conflicto comenzaron las comunicaciones entre ambas carteras para concretar un encuentro. El primero de ellos consistió en una reunión preparatoria que mantuvo la Ministra Débora Giorgi junto al Secretario de Industria Eduardo Bianchi con el Embajador de Brasil en Argentina Enio Cordeiro.
Luego de acordar la agenda se concretó el encuentro entre los Secretarios de Industria de Argentina y Brasil en Buenos Aires, en el marco de la Comisión de Monitoreo del Comercio Bilateral. Los días previos a la reunión se dieron algunos "gestos de buena voluntad" para facilitar el diálogo que, en el caso de Brasil consistieron en permitir el ingreso de una parte de los autos detenidos en la Aduana, mientras del lado argentino se agilizó la tramitación de LNA para una variedad de artículos (calzados, baterías para autos y neumáticos) que estaban siendo demorados por más tiempo del permitido por la OMC.
La reunión de los Secretarios Bianchi y Teixeira se desarrolló los días 23 y 24 de Mayo. En esa ocasión no lograron resolver los problemas, pero realizaron un listado de tareas pendientes en materia de acceso a mercado de carácter coyuntural (suscitados por las últimas medidas) así como de carácter estructural, en el que se incluyen áreas sensibles y estratégicas para ambas partes.
Si bien en un primer momento se programó un segundo encuentro a nivel de las Secretarías para recién luego dar lugar a una cumbre ministerial, la urgencia por resolver las demoras en las Aduanas llevó a adelantar la reunión de los Ministros que se realizó el pasado 2 de Junio en Brasilia. Hay que agregar que la presión de los sectores privados argentinos y brasileños, que en un principio favorecían el endurecimiento de las posturas, fue luego crucial a la hora de dar solución a un diferendo que comenzaba a afectar las ventas.
La reunión ministerial se sumó al ya previsto encuentro de los Secretarios de Industria y a una reunión que se acordó entre la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Federación de Industrias de San Pablo (FIESP). A nivel gubernamental se negoció, en primer lugar que en el comercio de automóviles se mantendrá el nuevo esquema de LNA pero con el compromiso de Brasil de extender los permisos en un plazo no mayor a 10 días, tal como lo había solicitado la Asociación de Fábricas de Autos argentina (ADEFA).
En segundo lugar en el sector de maquinaria agrícola en el que había reclamos cruzados de ambos países, Brasil cedió y aceptó que el Gobierno argentino entable negociaciones con las multinacionales radicadas en su país para entregar LNA a cambio de inversiones que permitan el desarrollo de la industria nacional.
En tercer lugar se logró solucionar los problemas de diversos productos argentinos con problemas de acceso al mercado brasileño que habían sido planteados en la carta que Giorgi envió a Pimentel a principios de Mayo.
En cuarto lugar y como respuesta a lo anterior, la Argentina se comprometió a no superar los 60 días previstos por la OMC para la entrega de LNA, aunque se dejó en claro que la mayoría de los retrasos se deben a trabas burocráticas que dependen de la Secretaría de Comercio Interior. Un último punto fueron los "Sectores Sensibles" que se decidió fueran negociados entre los sectores privados, quienes establecerán regímenes de auto-restricción (aquí se incluye línea blanca, calzado, autopartes, baterías para autos, textiles y vajilla, entre otros). El cumplimiento de los cupos de exportación será monitoreado a su vez por los Gobiernos de ambos países.
De esta manera, en un solo día de negociación se lograron resolver los temas más urgentes y se acordó mantener encuentros periódicos para atender los reclamos estructurales de la Argentina y evitar nuevos conflictos. Esta celeridad se explica por la voluntad política de ambas partes, pero más aún por los datos económicos: Argentina necesita mantener el comercio con Brasil –principal destino de sus exportaciones– y a su vez mantener un diálogo fluido para ir superando las asimetrías que explican el persistente y creciente déficit en el comercio bilateral; Brasil por su parte, no puede perder el mercado argentino que es el principal comprador mundial de sus productos industriales. Lo más probable es que los conflictos comerciales entre ambos países vuelvan a presentarse con alguna periodicidad pero como parte de una puja por el crecimiento. Lo que es seguro es que no se trata de una crisis.
(*) Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal
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