Estados Unidos sale a la cancha tarde, con el partido empezado, y dos goles abajo en el marcador. Durante su ausencia, sus competidores tomaron confianza y se florearon en el campo de juego. China y Rusia desplegaron en América Latina una intensa diplomacia de las vacunas, calificada por la Casa Blanca como “mercantilismo”, mientras Estados Unidos se abocaba a un America First sanitario que inmunizara rápidamente a su población. Pero finalmente las imágenes de decenas de cargamentos de vacunas enviados por Xi Jinping y Vladimir Putin calaron hondo en Washington, que siente que su “Patio Trasero” empieza a ser disputado por potencias extraregionales. En respuesta a esos goles diplomáticos, Estados Unidos lanzará “lo antes posible” una campaña global para exportar y compartir su stock de vacunas.
Según fuentes consultadas por PERFIL, Biden anunciará su iniciativa en junio, fecha en la que las autoridades esperan terminar de vacunar a la población adulta. Según informó ayer el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), 129,5 millones de personas recibieron en Estados Unidos al menos una dosis de vacuna contra el Covid-19, de los cuales 82,5 millones fueron inoculados completamente. A ese ritmo, la campaña de vacunación estadounidense culminará antes del próximo 4 de julio, cuando el país conmemorará el Día de la Independencia y, tal vez, del fin del coronavirus. Biden quiere que Estados Unidos juegue un rol central en el combate global contra el coronavirus.
El prestigio e influencia de la superpotencia están en juego, ante el ascenso global de China y su penetración comercial y sanitaria en el hemisferio occidental. Juan González, Director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, deslizó en su paso por Buenos Aires detalles del plan en el que trabaja su Gobierno para distribuir vacunas. “Latinoamérica tiene una prioridad bastante alta dado el impacto de casos, el número de variantes que se han expandido aquí, pero también porque son nuestros vecinos”, aseguró. “El tema principal del viaje de Juan González fue la diplomacia de las vacunas. Hay mucha preocupación sobre los avances que están logrando Rusia y China en distintas partes de la región”, afirman desde Washington.
La competencia comercial, tecnológica y geopolítica entre Estados Unidos y China también será influenciada por la capacidad de provisión de bienes públicos globales. En las últimas semanas, Biden ensayó modestos gestos políticos para diferenciarse de Donald Trump, que aún no supo explotar narrativamente ni capitalizar diplomáticamente.
USA apunta a "capitalizar" la distribución de vacunas
El presidente no repitió lo suficiente que su administración donó 4 mil millones de dólares –más que cualquier otro país– para la iniciativa Covax de la Organización Mundial de la Salud. Además, envió vacunas a México y Canadá, los socios regionales con los que mantiene relaciones bilaterales más importantes y con los que integra el T-MEC. Hace una semana, el demócrata también levantó la prohibición de exportación de filtros de vidrio, una medida ordenada por Trump en 2020 que había sido refrendada por el actual presidente apenas asumió. Esa decisión permitiría que las primeras vacunas de Oxford AstraZeneca, cuyo principio activo produce mAbxience en la Argentina, lleguen al país a fines de abril. A la hora de formular su diplomacia de las vacunas, Biden tendrá en cuenta la teoría de juegos de negociación de dos niveles trazada por el profesor de la Universidad de Harvard Robert Putnam. De un lado, la necesidad política de afianzar la recuperación económica de los Estados Unidos antes de las elecciones de medio término en 2022, donde estará en juego el control del Capitolio. Esa urgencia lo impulsa a diseñar políticas públicas reclamadas por su electorado, por la oposición republicana, y por lobbies sectoriales. Por el otro lado, la necesidad de preservar y maximizar su influencia global y regional para reforzar la capacidad de satisfacer esas presiones internas.
El ascenso económico, tecnológico y geopolítico de China, la única superpotencia con capacidades e intenciones de competir por el liderazgo mundial, hace que Biden tampoco pueda descuidar el tablero internacional para preservar los intereses nacionales. Donde más queda explicitada esa curiosa intersección entre política doméstica y exterior es en la frontera sur. El senador republicano Lindsey Graham urgió el 5 de abril en una carta al Dr. Anthony Fauci a viajar allí, argumentando que la llegada de inmigrantes propagaría el Covid-19 en Estados Unidos. Si bien el mensaje buscaba endulzar los oídos del electorado trumpista, también desnudaba un punto débil: la falta de cooperación de Estados Unidos con sus países vecinos para evitar el surgimiento de nuevas cepas que disminuyan la efectividad de las vacunas y generen una nueva disrupción económica en casa. En la era de la pandemia, ningún Estado está totalmente a salvo hasta que todos inmunicen a buena parte de sus poblaciones.
Mientras la principal preocupación de la política exterior estadounidense hacia México y el Triángulo Norte pasa por la migración, en Sudamérica y el Cono Sur el foco está puesto en la competencia estratégica con China, el principal socio comercial de la mayoría de los países de la región. Argentina no es una exepción. Las visitas del almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur, y de González, el principal asesor de Biden para la región, indican que el país está en el radar de las superpotencias, atrapado en la lógica de la competencia estratégica. Mientras la temperatura de la relación entre Biden y Jair Bolsonaro es más fría que las vacunas de Pfizer, Argentina, sin ser un estrecho aliado político como Colombia, puede erigirse en un interlocutor de la Casa Blanca. En el Gobierno de Alberto Fernández destacan como un activo que “el presidente tenga diálogo con todos los líderes de la región”. Esa teoría insufla optimismo en las negociaciones con Biden.
Cuando la Casa Blanca se lance a la diplomacia de las vacunas, Argentina y otros países de América Latina y Asia Pacífico harán fila para recibir una porción del abundante stock. “La producción creciente de las dos vacunas más exitosas del mundo hará posible exportar dosis de Pfizer y Moderna a países como Argentina que están sufriendo una nueva ola de esta pandemia devastadora”, afirma Benjamin Gedan, subdirector del Programa Latinoamericano y director del Proyecto Argentino del Wilson Center. A cinco semanas de junio, Washington se aboca a diseñar una inmensa logística global para lanzar su plan. El objetivo será mostrar que China y Rusia no son los únicos que acuden al rescate de la región. Pasar de la “periferia penetrada” por potencias extraregionales a la “fortaleza asediada”, defendida con vacunas, retórica democrática y la siempre omnipresente Flota del Comando Sur.
“America is back”.
(*) Leandro Dario es subeditor de Internacionales en el Diario Perfil. Se formó en universidades públicas y privadas de Argentina y del exterior. Se licenció en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es magíster en Relaciones y Negociaciones Internacionales, egresado de Flacso y de la Universidad de San Andrés.
FUENTE: Perfil
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández