El proyecto violeta está en shock. La combinación de equivocadas estrategias electorales, de errores no forzados en la comunicación política en el contexto de una crisis económica que se expande como reguero de pólvora y la sospecha fundada de una especie de corrupción generalizada, todo ello sazonado por la conducción de un liderazgo delegado, han hecho de la novedosa experiencia libertaria una especie de trauma para funcionarios, militantes y simpatizantes donde sólo les queda la opción de fingir demencia, esperando que el resultado electoral de este domingo, traiga algo de alivio ante tanto fracaso circundante.
El comienzo de la semana mostró las consecuencias de un mal armado político en Corrientes. El inobjetable triunfo de Juan Pablo Valdés, confirmando la inexorable jefatura política de su hermano Gustavo y el cuarto lugar para el candidato mileista, posó la mirada sobre el dúo Menem (Lule) – Milei (Karina), por haber elegido el desarrollo de una estrategia que reivindica a los puros desechando hipotéticas alianzas que le habrían permitido mostrar, al final de cada domingo electoral, otra musculatura política de cara a lo que viene.
Pasadas siete elecciones provinciales, no deja de resultar sintomático el escenario de resultados muy pobres en todos los distritos con la honrosa excepcionalidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, eternamente dispuesta a votar de manera mayoritaria cualquier opción, engendros políticos incluidos, que porten como condición la inexistencia de un sólo mililitro de peronismo en sangre.
Todo el cuestionamiento se agrava si se tiene en cuenta que el diálogo para un posible acuerdo entre Valdés (Gustavo) y Milei (Karina) estuvo lo suficientemente desarrollado como para que, en algún momento, no pocos actores del sistema imaginaran una alianza electoral correntina que actuara a modo similar a lo armado en la provincia de Buenos Aires.
En la estrategia libertaria hay un error de enfoque: toman al proceso electoral de medio término de 2025 como un espejo de 2023, donde la figura de Javier Milei supo traccionar por sí sólo sin necesidad de acuerdos locales (hubo provincias que no recorrió en el marco de la campaña) y donde la elección presidencial se desarrolló en un distrito único. Dos años después la contienda es de otro tipo, ya que a la suma de elecciones legislativas de la mayoría de los distritos se da en un proceso electoral para cargos nacionales con 24 distritos en discusión. Habrá resultado ciclópea la tarea de Karina Milei de construir el partido a nivel nacional, pero una cosa es cumplir con las formalidades de la ley en cierto armado jurídico y otra muy distinta proyectar candidaturas sólidas en cada territorio.
La Justicia ordenó el cese inmediato de la difusión de los audios grabados ilegalmente a Karina Milei en Casa Rosada.
— Manuel Adorni (@madorni) September 1, 2025
Reconoció que se trata de una violación grave a la privacidad institucional y no un caso de libertad de expresión.
Fin. pic.twitter.com/v1H1doG7jb
Es tan grande la deriva libertaria, que promediando la semana supo contentarse con la cuestionable decisión de un juez con múltiples causas en su contra en el Consejo de la Magistratura, quien, imponiendo la censura previa, prohibió la difusión de una serie de audios de la secretaria general de la presidencia Karina Milei, donde aparecería implicada en casos de corrupción. El caso no hizo más que recordar el parecido con lo sucedido tres décadas atrás cuanto el genial Tato Bores, sufrió la misma circunstancia teniendo como contraparte protagónica a la entonces jueza María Romilda Servini de Cubría. Tato ya no está entre nosotros, la funcionaria judicial, aunque ya no es de nadie, se ha convertido en la autoridad que entiende en los procesos electorales y algunas manchas, como el cloro, son incorregibles.
Mientras la reivindicación plena de las ideas de la libertad parece quedar para una mejor ocasión, bueno sería preguntarse cuánto tardarán ciertos sommeliers de la politología, en calificar de fascista a un gobierno que no sólo reprime jubilados, discapacitados, docentes, empleados públicos y científicos, sino que ahora cercena libertades de expresión que creíamos consagradas en la vida democrática de los últimos cuarenta y tantos años. Tal vez anden analizando qué decir frente a cierta deriva autoritaria local que tuvo el caso reciente de una treintena de policías (fuertemente armados) entrando a una escuela, separando a docentes de alumnos para, supuestamente, encontrar un arma entre las mochilas de los estudiantes.
El hecho, que pasó bajo el radar de los grandes medios rosarinos, nos lleva a preguntarnos, en un ejercicio de imaginación, qué le diría el joven revolú morado de los 90’ llamado Maximiliano Pullaro, a este señor creyente, conservador y defensor de las estrategias de violencia policial que alumbra la vida de los santafesinos. Quien pudiera ser Michael Fox para “Volver al Futuro”.
El caso de la censura previa a periodistas resulta el más importante pero no el único que demuestra la distancia entre los discursos de la libertad y la acción de gobierno, entre lo prometido y lo cumplido, poniendo el eje en definitiva entre el ser y el parecer.
La libertad cambiaria tuvo un nuevo límite en la semana, ya que, pese a las celebraciones neuróticas de algún tiempo atrás, donde en el stream del ahora negado libertario Alejandro Fantino, el equipo económico celebraba la flotación del dólar, el secretario de Finanzas Pablo Quirno anunció la intervención del Tesoro en el mercado de divisas para sostener el precio del dólar con el fin de llegar a las elecciones bonaerenses con la cotización de la verde moneda en modo zen. El problemita de la estrategia oficialista es que, según anuncian algunos especialistas, el Estado argentino vendió, en cuatro días, unos quinientos millones de dólares para que el billete no trepe a los $1400. Una ganga.
Insistimos y logramos rechazar el veto del presidente Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad.
— Senadores de UxP (@Senadores_UxP) September 4, 2025
Lo hicimos con las instituciones y con la democracia porque nunca vamos a permitir que la crueldad se haga costumbre.
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El otro hecho que muestra la distancia entre lo que se dice y lo que se hace refiere al acto de cierre de campaña en Moreno. El oficialismo parece haber olvidado el proceso político que lo catapultó al juego de las grandes ligas: se consolidó detrás de la figura de un personaje disruptivo que supo distinguir un enojo social que bien sintetizó en la utilización del concepto de casta, obvió a los aparatos políticos (no sin ayuda de los mass media que no resultan inocentes), prometió cuidar a los más débiles del Leviatán Estado y del robo sistemático que, según el por entonces panelista televisivo, era uno de los grandes dramas nacionales.
El acto de Moreno sintetiza de una manera palmaria como el libertarismo fue arriando cada una de las banderas que lo hicieron fuerte: propició el encuentro en el conurbano profundo pese al rechazo de los vecinos, saturó la zona de fuerzas de seguridad con helicópteros incluidos, llevó a varios centenares de barras de River Plate como guardia pretoriana (no fueron pocos los informes periodísticos que descubrieron que a unos cuantos “millonarios” les eliminaron el derecho de admisión) y trasladaron ciudadanos y ciudadanas de otras zonas en colectivos rentados (un horror para el republicanismo local).
Todo lo anterior estuvo sazonado en la previa con la difusión de una entrevista a un medio internacional donde el presidente comentaba que su vida está en riesgo dado que el kirchnerismo lo quiere matar. Se nota que no había ningún fiscal de turno para que actuara de oficio. ¿Ya terminó la feria?
El acto resultó un fracaso absoluto. Un discurso alejado de la realidad, repitiendo en modo loop la idea de un Milei candidato, con ciudadanos y ciudadanas que se retiraban del lugar mientras hablaba el presidente y con una masividad inexistente. Si existiera alguna relación entre las imágenes que nos regalaba el acto y las urnas que se abrirán a partir de las seis de la tarde del domingo podría afirmarse que la suerte libertaria está echada. Pero en los tiempos de redes y post verdad nada es lo que parece, sobre todo si lo miramos con las anteojeras de décadas pasadas.
Pero las malas no quedaron allí. En la tarde noche del jueves el Senado brindó una lección de realidad política y, luego de 23 años, dio vuelta un veto presidencial confirmando la vigencia de ley de Emergencia en discapacidad. Con un resultado aplastante de 63 a 7, la Cámara Alta hizo un movimiento a dos bandas: por un lado, dio un ejemplo de empatía donde la política respondió a ciertas demandas sociales y por otro, aceleró una crisis interna que tuvo como protagonistas al jefe de gabinete Guillermo Francos, a un reconocido influencer libertario y al senador Luis Juez. Más allá de los detalles de ocasión, el caso aceleró una disputa interna que demuestra que la debilidad gubernamental se extiende a todos los frentes, que el estado de sospecha es de todos contra todos y que las certezas de algunas fortalezas puntuales de semanas atrás, deben ser relativizadas.
De alguna extraña manera, el carruaje se convirtió en calabaza y el libertarismo se predispone a esperar (y desear) que el resultado de las elecciones bonaerenses se convierta en el zapato perdido que un príncipe pueda encontrar. Un gobierno acorralado en las vísperas de una crisis potenciada. Tal vez y sólo tal vez, el antiquísimo clivaje peronismo / anti peronismo le otorgue algo de aire en este primaveral domingo de setiembre.
(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez