Hoy ya todos sabemos que pese a las noticias difundidas principalmente desde la oposición al gobierno de Alberto Fernández, esta salida de la mesa de las negociaciones del organismo regional no implica ningún “argentoexit”, si el término que acabo de inventar se me permite.
Sin embargo, sí cabe analizar con algo más de profundidad qué lleva a la Argentina hoy a desentenderse de los procesos de negociaciones externos del MERCOSUR, y qué objetivos se plantea en este sentido tanto a nivel doméstico como de proyección regional dentro del bloque, del cual es miembro fundador, y en el marco del contexto actual de incertidumbre.
Escenarios críticos
En los días que corren, la pandemia se lleva toda la atención de los gobiernos nacionales que se esfuerzan por administrar el aislamiento obligatorio con los menores impactos posibles para su economía. El problema es que por mucho que se intente resistir, lo que viene será de una gravedad sin precedentes.
Según la última proyección de la CEPAL difundida días atrás, la región se encuentra en la antesala de "la recesión más grande que ha sufrido desde 1930". Se espera que la caída del 2020 sea de un -5,3%. Otros indicadores como el desempleo reflejan también escenarios sombríos. Se estima que la pobreza extrema alcanzará a 16 millones de ciudadanos de la región.
En el caso de nuestro país la situación de pandemia ha venido a profundizar la crisis económica que ya se arrastraba y ello condiciona los próximos pasos a dar.
¿Es el momento para aceptar acuerdos de Libre comercio?; ¿Con qué consecuencias?
Esa fue la pregunta que el Canciller Felipe Solá hizo en una serie de aclaraciones en las que cruzó al macrismo por comunicar de manera falsa e irresponsable la salida argentina del organismo.
Desde Cancillería se comunicó que Argentina detendrá la marcha de las negociaciones vinculadas a Acuerdos de Libre Comercio con Corea del Sur, Singapur, el Líbano, en India, entre otros.
¿Los motivos? La incertidumbre internacional y la propia situación interna que desaconsejan continuar con la marcha de las tratativas.
El comunicado expresa que el país se previene de las consecuencias económicas de la pandemia, razón por la cual decide proteger las empresas, el empleo y la situación de los más humildes, en contraposición a los socios que plantean la aceleración de las negociaciones por los acuerdos de libre comercio.
La excepción la constituyen los acuerdos alcanzados con la Unión Europea y la Asociación Europea de Libre Comercio conocido como EFTA, compromisos que continúan vigentes para nuestro país.
La medida puso en evidencia las diferencias. Países cómo Brasil pugnan por una aceleración de los acuerdos de libre comercio, y se suma a Uruguay y Paraguay en el intento por reducir el arancel externo común, eje de la discusión entre los socios. La posición argentina es reticente a la disminución de este arancel que grava los productos que ingresan al bloque, y aquí también el motivo es el de proteger la industria nacional de la posible entrada de productos extrazona que sustituyan los argentinos.
Los desafíos de la integración regional
Con esta medida, Argentina dejó en claro sus objetivos internos en el marco de su membresía en el MERCOSUR. Le urge preservar su sistema productivo y no está en condiciones de negociar una apertura comercial. Aún así sigue sosteniendo la importancia de la integración. Lejos está de aislarse, de irse. Sigue apostando por el proceso y tal como expresamente se dio a conocer en el comunicado de Cancillería, sigue creyendo en la necesidad de fortalecer las relaciones con las naciones del bloque regional.
Ahora bien, cómo nuestro país se proyecte de aquí en adelante en el bloque va a depender en parte del desenlace de estas negociaciones de las que ya no va a formar parte, pero que tiene sin embargo la posibilidad de bloquear, debido a que cualquier acuerdo alcanzado deberá contar con su aprobación.
Por el momento, las diferencias reflejan distanciamiento en las posiciones de los socios, y no una ruptura del bloque en sí mismo.
El desafío futuro será pensar la integración en épocas de pandemia (el tiempo que quede de ella), pero fundamentalmente en el escenario posterior. Para un mundo que no será el mismo y que requerirá poner en discusión los patrones de producción, de comercio y vinculación entre los Estados miembro.
(*) Analista de Fundamentar