Martes, 06 Marzo 2018 13:42

Jugada Audaz

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Jugada Audaz mundotkm.com

El planteo oficialista de discutir la despenalización del aborto, surge más como producto de la necesidad del gobierno de frenar la caída de su imagen y la del presidente. En una jugada audaz tiene todo para ganar. ¿Y la sociedad argentina?

 

La jugada es audaz. Cambiemos, que a partir de su derrotero político, no puede ser caracterizado como un partido liberal socialista como lo hubiera definido Norberto Bobbio, sacó de la galera un conejito que le permite ganar aire en el delicado e impensado momento político en el que se encuentra. La propuesta de debate de un tema tan sensible como la despenalización del aborto le ha dado algo de aire para que la agenda no se circunscriba exclusivamente a aquellas discusiones que ponen en jaque al oficialismo.

Tal vez en la noche de octubre de 2017, cuando la fuerza gobernante celebraba su triunfo político en las urnas, nadie hubiera pensado en su sano juicio que, a exactos cuatro meses, debería recurrirse a estrategias políticas que le permitan retomar la iniciativa política. A fuerza de fundadas sospechas de casos de corrupción de varios funcionarios (presidente incluido), de una economía que no resuelve la cuestión inflacionaria, otrora caballito de campaña que sería muy fácil de resolver por el schock de confianza que generaría el triunfo amarillo, la aplicación de la reforma previsional que lo mostró claramente dispuesto a ir contra los sectores más sensibles de la sociedad y la persistencia de errores no forzados que representan verdaderos tiros en el pie autoinflingidos, naturalmente la imagen del gobierno y del presidente terminó cayendo a niveles desconocidos.

Era necesario recuperar el centro de la escena y desde allí imponer una impronta que permita frenar la caída. No es casual que la “apertura” del debate se plantee a poco más de 24 horas de lo que fue un acto político sindical que, sin violencia ni escándalos, movilizó en la calle a decenas de miles de trabajadores que le mostraron al gobierno su enojo, sin dejar de tener en cuenta que, seguramente, muchos de los que allí estaban habían votado al empresario devenido presidente por el voto popular.

En estos casi 27 meses de gestión, Cambiemos nunca se mostró como una fuerza política preocupada por instalar en la agenda grandes temas que refieran a la gestión y a la problemática de la salud pública, sino que ha actuado en una sintonía tan difusa, que podíamos afirmar que poco le importaba. No ha promovido la profundización de la educación sexual integral, no se proyectan grandes inversiones en el área y lo que es peor, ha restado o sub ejecutado partidas presupuestarias en áreas como la lucha contra el Sida y (el extremo) la provisión de preservativos.

Pero, como nos contaba hace 500 años un tal Nicolás Maquiavelo, la política es oportunidad y qué mejor que ganar espacio y tiempo con un tema que el oficialismo tiene muy poco para perder y mucho para ganar. Y como la necesidad tiene cara de hereje, se decidió a impulsar una movida que no domina, por la cual no es interpelado de cerca por su base electoral, pero que le permitiría, de ser aprobado, dejar un mojón en la joven democracia argentina. La despenalización del aborto sería al macrismo lo que el divorcio fue para el alfonsinismo y el matrimonio igualitario fue para el kirchnerismo. Desde esta perspectiva, es todo ganancia para Cambiemos. Enfría a una oposición que, desde finales de 2017 había dado indicios de unidad y parte al medio a todas las fuerzas políticas con un tema que las recorre transversalmente (exlcuida la minoritaria izquierda). Este proceso también alcanza a la fuerza gobernante pero, en un movimiento político que no se caracteriza por el apasionamiento por temas tan sensibles, da la sensación que más allá de las diferentes y contrapuestas opiniones, no existe una tensión divisoria que complique su devenir.

Alguien nos preguntará qué pasa con ese sector del electorado, conservador en lo político y económico, ultramontano por momentos, que tan bien se ha llevado con Cambiemos y que le ha servido de sosten inicial ideológico y también, por qué no decirlo, monetario. En ajedrez, para salvar a la reina se suelen sacrificar peones y tal vez esa es la pérdida a la que se enfrenta Mauricio Macri. Pero, a fuerza de ser sinceros y honestos con nosotros mismos, lograda la sanción de la reforma del Código Penal que habilitaría la despenzaliación, ¿donde creemos que irían esos votos en poco más de 18 meses cuando estas discusiones ya sean historia?   

Podríamos preguntarnos si el proyecto será aprobado. El famoso poroteo legslativo no parece muy claro dada la transversalidad de la que antes comentábamos. Esa es la pregunta central para quienes militan esta causa desde hace décadas. Pero en realidad POCO IMPORTA. Reformulemos la oración: poco le importa al gobierno. Para Cambiemos todo es ganancia. Para una temática que no estaba en su agenda ni como promesa de campaña, no aparece como contradictorio a sus intereses. Si el proyecto se aprueba, habrá interpelado a un sector de la sociedad con el que no tiene diálogo, pero si el proyecto es rechazado, tal como ha planteado el presidente públicamente, podrá mostrarse como un demócrata que abrió la discusión en un tema inexorablemente sensible para la sociedad argentina, sin importar que, a la vez, lo termine clausurando por varios lustros. No es poco. La audacia le ha hecho un guiño al señor presidente. ¿Y a los argentinos?

(*) Analista político de Fundamentar

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