Jueves, 21 Julio 2011 12:37

Piñera y su “Segundo Tiempo”

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anuncios_pineraTras las recientes protestas sociales, especialmente del sector estudiantil, el presidente chileno Sebastián Piñera realizó su segundo cambio de gabinete en seis meses para tratar de revertir la baja popularidad e intentar mejorar la gestión de su gobierno

 

Tras las recientes protestas sociales, especialmente del sector estudiantil, el presidente chileno Sebastián Piñera realizó su segundo cambio de gabinete en seis meses para tratar de revertir la baja popularidad e intentar mejorar la gestión de su gobierno

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anuncios_pineraNo caben dudas de que en los últimos tiempos la sociedad chilena está experimentando un profundo malestar no sólo hacia el gobierno del presidente Piñera, sino hacia la clase política en general. Esto se ha visto claramente reflejado en los resultados de las recientes encuestas que han arrojado niveles altos de desaprobación de su gestión. Pero también en la creciente participación ciudadana que se vuelca a las calles por demandas que se arrastran desde tiempos en que gobernaba la Concertación de Partidos por la Democracia.

Si bien es cierto que el oficialismo ha sido mal evaluado, también lo es el hecho de que la oposición no ha logrado capitalizar a su favor el descontento social, ya que las encuestas también arrojaron altos niveles de rechazo hacia el desempeño de la Concertación como oposición. Todo ello configura un escenario inquietante para cualquier sociedad: el creciente divorcio entre la sociedad y su clase política.

Cuando el actual gobierno se hizo cargo de las riendas del país, hubo grandes expectativas con un presidente con talante de buen gestor empresarial, característica que el propio Piñera quiso imprimir a su gabinete. Fue así como se rodeó de ministros con currículum de excelencia y marcado perfil técnico, convencido de que con ello imprimiría su propio sello en la historia política de los últimos veinte años.

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Sin embargo, el hecho de prescindir de figuras con perfil más político le pasó la cuenta a casi dos años de mandato y las críticas comenzaron a surgir desde sus propias filas. En un contexto de baja en las encuestas, movilización ciudadana, dialogo de sordos con la oposición dentro del Congreso que obstaculiza la aprobación de proyectos del Ejecutivo, y la cercanía de las elecciones municipales para el 2012 (una especie de test para las presidenciales del 2014), Piñera accedió a las peticiones de un cambio de gabinete.

Pero también los cambios obedecieron a las crecientes presiones por equilibrar los liderazgos de los partidos que conforman la coalición de gobierno: la UDI (Unión Democrática Independiente) y RN (Renovación Nacional) siendo este último el del presidente y sus más fieles colaboradores dentro de su gabinete.

Un ejemplo lo constituye el ministro del interior, Rodrigo Hinzpeter, quien además de pertenecer a RN forma parte del reducido círculo de poder y de toma de decisiones de Piñera. El funcionario no ha sido bien evaluado por la ciudadanía y desde la UDI se escuchaban las voces que pedían su cambio. Por doquier corrieron las apuestas de que su nombre figuraría entre los cambios, pero los que conocían de cerca al presidente Piñera, sabían que no se desharía de su hombre más cercano.

Finalmente, fueron ocho los ministros removidos de sus cargos, pasando a ocupar otras carteras. El ejemplo más notorio es el del otrora candidato presidencial Joaquín Lavín, que desde su desgastada gestión en Educación, pasó a ocupar la cartera del Ministerio de Planificación, como forma de proteger su figura como posible carta presidencial para el 2014. Lo mismo para otro presidencial como el ex ministro de Minería y Energía, Laurence Golborne, uno de los mejores evaluados del gobierno (recuérdese el rescate a los mineros), pasó a ocupar un ministerio menos conflictivo como el de Obras Públicas.

Por otro lado, para disciplinar las críticas de la UDI, se incorporaron dos de sus figuras políticas más relevantes, los cuales debieron dejar su banca en el Congreso. Uno de ellos es el nuevo vocero de gobierno y el otro es Ministro de Economía, Andrés Chadwick y Pablo Longuerira respectivamente. Habrá que ver cómo convivirán estos dos pesos pesados de la UDI con el ministro del interior, Hinzpeter cuya permanencia en su cargo demostró cabalmente la férrea confianza que le tiene el presidente.

Inmediatamente después de que Piñera comunicara los cambios, comenzaron a surgir las críticas desde la oposición acusando la práctica de sacar gente desde el Congreso para integrar el Ejecutivo (aunque la Concertación también utilizó dicha práctica). Y no se descarta que los ministros que efectivamente salieron del gabinete, como la ex vocera Ena Von Baer, puedan ocupar espacios en el poder legislativo, comparándose este hecho con la existencia de los "senadores designados" durante el pinochetismo. Quizás esto podría parecer una exageración considerando la escasez de funcionarios con trayectoria y experiencia en la gestión pública de que adolece la coalición chilena de centro derecha.

Habrá que esperar si este cambio en el gabinete infunde nuevos aires a la gestión de Piñera. La ciudadanía aún espera la satisfacción de sus demandas, las movilizaciones no se han frenado. Y todo parece indicar que además de la educación, medio ambiente y derechos sociales, se irán sumando otras demandas como la de los damnificados por el terremoto que siguen aguardando ayuda para la reconstrucción de sus viviendas. Habrá que esperar para ver si en esta especie de "segundo tiempo" de la administración de Piñera, que comienza con nuevos rostros en su gabinete, le sirve para retomar el control de la agenda política y dejar atrás la gestión reactiva que ha sido la tónica predominante de su gobierno.

 

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal

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