De acuerdo al "Informe de la Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica 2010" de la Secretaría General Iberoamericana, en tanto se mantiene la tendencia decreciente de los flujos de Ayuda Oficial al Desarrollo destinados a América Latina, continúan aumentando y complejizándose las acciones cooperativas horizontales de los países iberoamericanos y Brasil. Argentina se encuentra entre los principales oferentes del Sur junto a Brasil, Cuba, Venezuela y Chile

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El nuevo informe sobre Cooperación Sur-Sur (CSS), el quinto de la serie del programa de la Secretaria Iberoamericana dedicado al fortalecimiento de la CSS, analiza las acciones realizadas a través de las tres modalidades que adopta la CSS: triangular –que tiene lugar entre un país desarrollado, un país en desarrollo de renta media y un país de menor desarrollo relativo–; subregional –gestionada en el marco de un bloque de integración como la CAN o el MERCOSUR–; y bilateral –entre dos países en desarrollo–.

De acuerdo a los resultados la cooperación bilateral es la forma más utilizada en Latinoamérica y ha demostrado ser la más eficiente debido a que es desarrollada directamente por gobiernos que involucran en las actividades compartidas sus recursos disponibles en línea con sus áreas de interés prioritarias.

Un dato importante a tener en cuenta en relación a este quinto informe, es que la metodología utilizada diferencia entre acciones y proyectos de CSS. Esto no es menor si se considera que en los relevamientos de los informes anteriores se contabilizaban homogéneamente proyectos de cooperación –que implican una serie de actividades relacionadas entre sí para cumplir un objetivo con recursos de tiempo y dinero limitados y se enmarcan en una pieza de acuerdo, como ser un convenio– con acciones cooperativas puntuales y aisladas, como ser capacitaciones, talleres de intercambio o envío de expertos, entre otros.

De acuerdo a los datos relevados, durante el 2009 se ejecutaron entre los países Iberoamericanos más Brasil 881 proyectos y 321 acciones de CSS. En cuanto a los proyectos, Argentina estuvo a cargo de 89 de los mismos, en tanto Brasil promovió 121, Cuba 205, Chile 55, Venezuela 179. En relación a las acciones, Argentina con un total de 47 le siguió a Chile, que implementó 62.

El mapeo de las iniciativas Sur-Sur muestra que Cuba y Venezuela son los dos principales oferentes de cooperación seguidos por Argentina, Brasil y México, en tanto hay una mayor dispersión entre los receptores, entre los que se encuentran Venezuela, Cuba, Bolivia y Guatemala entre otros. En cuanto a las temáticas, el 40% se concentró en temas económicos –producción e infraestructura y servicios– y otro 40% en dimensiones sociales –salud, educación, vivienda–. En este sentido, cabe señalar que Argentina potenció su perfil de cooperante en temáticas agropecuarias, que abarcan desde el fortalecimiento de ministerios de agricultura, pasando por el intercambio de tecnología para la producción vegetal y animal, la seguridad alimentaria y el mejoramiento genético de especies, entre otros.

Como país en desarrollo, Argentina comenzó a participar a mediados del siglo XX en el sistema internacional de cooperación en el rol de receptor de ODA y progresivamente, acompañando los cambios del contexto internacional, fue incorporando acciones de cooperación horizontal. Por este motivo, se considera que Argentina cumple un rol dual, en el cual recibe el aporte de capacidades existente en otros países y como cooperante brinda asistencia a países de igual o menor desarrollo relativo.

El informe 2010 de la SEGIB sustenta la idea de que la cooperación Sur-Sur, entendida como una asociación colaborativa entre iguales, está siendo revalorada como instrumento de la política exterior de los países sudamericanos. A través de estas acciones, aquellos países de rol dual, como Argentina, Brasil y Chile, buscan extender sus proyecciones internacionales y fortalecer sus capacidades para identificar estrategias conjuntas de acción en el sistema internacional.

La crisis financiera internacional que comenzó en 2008 afectó fuertemente los niveles de actividad económica de los países desarrollados y puso en evidencia que en el mediano plazo los países en desarrollo serán los que presenten economías dinámicas y potencialidades para potenciar su lugar en el sistema de cooperación internacional. En particular en el caso de América Latina la CSS ocupará un rol importante ante la disminución de los flujos de Ayuda Oficial al Desarrollo que están focalizados en los países de menor desarrollo de África y Asia.

Los desafíos inminentes son avanzar en los mecanismos de sistematización de experiencias e información y en la elaboración de indicadores para la medición de impactos de los proyectos y sus montos de inversión. Asimismo, se evidencia la necesidad de fortalecer los espacios de diálogo político tanto Norte-Sur como Sur-Sur, generando espacios para complementar sinergias y evitar solapamientos y duplicación de acciones.

Las lecciones dejadas por medio siglo de prácticas de cooperación tradicional Norte-Sur deben tomarse en cuenta para innovar en enfoques conceptuales e instrumentos que abarquen el amplio abanico de interacciones que conforman la cooperación Sur-Sur, las cuales parecen ir más allá de la ayuda al desarrollo.

(*) Licienciada en Relaciones Internacionales. Coordinadora del Centro de Estudios Políticos e Internacionales de la FUNIF

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