Las filtraciones de las comunicaciones diplomáticas del Departamento de Estado han sido justificadas por Wikileaks en aras de hacer transparentes a las democracias. Esto dispara un gran debate de fondo sobre la relación entre la transparencia absoluta, el rol de internet y la democracia
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Hace unos días atrás, mientras discutíamos sobre el grado de importancia de las filtraciones de Wikileaks, un amigo me preguntaba qué significaba el término "wiki". Porque existen múltiples sitios de internet cuyos nombres empiezan con ese prefijo. Como no lo sabía, busqué su significado en internet y, variantes más, variantes menos, la definición es "todo sitio web cuyo contenido puede ser editado por las personas que ingresan a él". La referencia inmediata que viene a la mente es la mundialmente famosa Wikipedia, la enciclopedia on line cuyo contenido es elaborado por los usuarios, bajo revisión editorial posterior por parte de los creadores del sitio. Implica, en principio, la democratización del conocimiento como principio casi filosófico.
Wikileaks cobró fama mundial cuando divulgó el video de un helicóptero Apache acribillando a balazos a un grupo de civiles en Irak. Su fama creció aún más cuando divulgó los documentos secretos de las guerras de Irak y Afganistán, donde quedaban expuestas las atrocidades cometidas por las fuerzas estadounidenses. Sin embargo, ahora se metió con un tema muchísimo más complejo. Un tema sobre el cual tengo más preguntas que respuestas. Más especulaciones que análisis finos.
La primera pregunta es ¿cuál es el fin que se buscó con la filtración de los más de 250.000 cables del Departamento de Estado? El ahora detenido Julian Assange diría que en una democracia la transparencia debe ser absoluta, no deben existir secretos y desde allí se justifican las filtraciones. No son pocos los que coinciden con Assange. El analista francés Barthélémy Courmont del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) coincide con esta visión. En una entrevista concedida a Página 12 afirmó que está de acuerdo con la idea de que las filtraciones tornan más transparente a la democracia.
Yo voy a disentir con esta afirmación. Ningún absoluto sirve como herramienta de construcción política. Pretender la transparencia total de, en este caso, las comunicaciones diplomáticas es, primero, de una inocencia palmaria y, segundo, de una irresponsabilidad de grandes proporciones. Pocas cosas deben ser más complejas en el mundo de la diplomacia que establecer una relación seria con otra nación. En muchos casos, cuando una de esas naciones es particularmente conflictiva, las comunicaciones reservadas son una herramienta clave para ir construyendo confianza y arribar a negociaciones exitosas.
Vaya un ejemplo para ilustrar todo esto. Finalizada la primera Guerra del Golfo en 1991, Estados Unidos se puso como meta propiciar un acuerdo diplomático entre israelíes y palestinos que permitiese terminar con la espiral de violencia en Medio Oriente. Para ello se convocó a la Conferencia de Madrid en donde las partes iniciaron las conversaciones. Sin embargo, paralelamente y en el más absoluto secreto, representantes del gobierno de Israel y de la Organización para la Liberación de Palestina se reunieron en Oslo, Noruega, para negociar un acuerdo de paz y poner la piedra fundacional de un futuro Estado Palestino. Producto de esa negociación se firmó el acuerdo entre ambos en los jardines de la Casa Blanca en 1993.
Jamás hubiese sido posible semejante acuerdo si la atención pública hubiese estado puesta en la evolución de esas negociaciones. Las presiones sufridas por ambas partes desde sectores con intereses opuestos hubiesen sido lapidarias para el objetivo final. Después el asesinato del primer ministro israelí Yitzhak Rabin dio por tierra con gran parte de ese acuerdo, pero esa es otra historia. El punto aquí es que la divulgación de todas las actividades emprendidas por un gobierno no van de la mano con la construcción política. La transparencia absoluta no hace más transparente a la democracia. Estamos cayendo en una trampa peligrosa si pensamos lo contrario.
¿Por qué? Se podría preguntar. ¿O acaso la filtración de los cables diplomáticos nos arrojaron luz sobre cómo se manejan los Estados Unidos y su opinión sobre otros líderes mundiales? Analicemos un poco esa idea. Más allá de la baja importancia en cuanto a la calidad de los contenidos ¿por qué justamente Julian Assange, cuando supuestamente tenía en sus manos el Santo Grial de las filtraciones, decide apelar a cinco grandes medios de prensa para su divulgación a diferencia de las anteriores filtraciones? ¿Es Julian Assange tan inocente como para pensar que esos grandes medios no tienen su propia agenda política? Lo que nos queda es una de dos: o alguna clase de arreglo hizo con ellos o es un estúpido increíble.
Lo complejo de las filtraciones diplomáticas es que no sólo afectan a la seguridad de las redes de comunicación de Washington, sino que además se lleva puestos a muchos gobiernos en otras partes del mundo a los que termina convirtiendo en una caricatura. Y junto con eso está el qué se da a conocer y el qué no. Mario Wainfeld lo explicó magistralmente en su nota de Página 12, Adiós al Cono del Silencio: "El diario español El País es la fuente preferida de los medios dominantes argentinos. Un aconsejable mapa publicado en su edición on line grafica la distribución geográfica de los cables ya difundidos. La desproporción territorial es asombrosa. Venezuela (la bestia negra de los medios europeos, incluidos los sedicentes "progres") importa más que todo Medio Oriente. Argentina tiene un lugar desmesurado para su magnitud y para la relevancia de sus problemas, en un mundo azotado por guerras y crisis económicas machazas."
Más adelante, Wainfeld se pregunta ( y con él muchos de nosotros) "...amén de Medio Oriente, de Afganistán e Irak no hay material sobre las movidas diplomáticas norteamericanas en Bolivia y Venezuela, donde atizaron a grupos golpistas y hasta criminales. ¿No hubo tratativas dignas de mención para instalar bases militares en Colombia? ¿Ni un cablecito sobre las negociaciones?". Nosotros podríamos agregarles ¿Tampoco hubo cables sobre el traslado de la base militar de Manta en Ecuador hacia Iquitos en Perú? ¿O de los movimientos de la oposición paraguaya para intentar destituir a Lugo? Curioso.
Finalmente, aunque el tema siga dando frentes para el análisis, aparece internet y su relación con la democracia. El periodista Mariano Blejman analizaba hace unos días que "la corta pero poderosa historia de la sociedad digital ha demostrado que mientras mayor es la penetración de Internet en la vida cotidiana, los procesos de distribución de la información son cada vez más veloces y de mayor impacto. Parafraseando al apocalíptico francés Paul Virilio que dice que cada invención genera su propio choque (la invención del avión creó el accidente de avión), la irrupción de los cables diplomáticos liberados por Wikileaks acaba de inventar el gran choque diplomático a escala planetaria. Aunque, a diferencia de lo que sugiere Virilio, el choque diplomático a velocidad de la luz es profundamente liberador: si las sociedades civiles perdieron la privacidad gracias a Facebook, los gobiernos acabarán por darse cuenta de que están perdiendo el control del secreto."
Nuevamente tengo sensaciones contradictorias con esta clase de reflexiones. No conocía el nombre de Paul Virilio, así que investigué un poco sobre él. Así me crucé con una entrevista que le concedió a una revista venezolana en 1999. En ella analizaba el impacto que internet estaba teniendo sobre las sociedades y la democracia; y me llamó la atención una de sus respuestas. Decía Virilio que "las democracias están amenazadas por la técnica, por la aceleración de la información. La mundialización amenaza las democracias porque estamos tentados de establecer una democracia "live", en directo, que sería al voto lo que los sondeos son a la televisión. La gran amenaza de Internet es tomarla por la democracia ideal, especie de megacerebro donde todo el mundo está conectado con todo el mundo y donde es suficiente formular una pregunta para tener de inmediato la respuesta. Eso es la negación de la democracia representativa en provecho de una democracia virtual, o de una democracia automática. La democracia es el tiempo de la reflexión en común y no el reflejo condicionado que supone el sondeo de opinión."
La transparencia absoluta que el fundador de Wikileaks pretende juega en el terreno que plantea y teme Virilio. Pero le incorporó un elemento más: el poner en ese mismo campo de juego los intereses políticos de grandes medios de comunicación que juegan su propio partido contra gobiernos que, en muchos casos, se enfrentan a la tarea cotidiana de intentar construir una sociedad más justa e igualitaria. Flaco favor le hizo con esto a la democracia que dice defender.
(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal
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