El candidato republicano se refiere a Jerusalén como capital del Estado judío y ensalza sus logros económicos comparándolos con los de los territorios controlados por la ANP
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Primero fue el discurso del domingo, en el que habló de Jerusalén como “capital de Israel”. Convertir la ciudad santa en su capital es precisamente una de las aspiraciones israelíes; una decisión que no cuenta con el consenso de la comunidad internacional y mucho menos de los palestinos, que aspiran a convertir Jerusalén oriental en la capital de su futuro Estado. El consenso internacional pasa por no reconocer la anexión israelí de Jerusalén Este en 1967 y por vincular el estatus de Jerusalén al resultado de unas negociaciones de paz, que deberían culminar en la creación de dos Estados y decidir sobre el futuro de la ciudad. Romney no quiso entrar en matices.
En una entrevista previa con la cadena de televisión CNN, el candidato conservador había dicho: “Entiendo que la política de nuestra nación es que existe un deseo de trasladar nuestra embajada a la capital [en referencia a Jerusalén]”, dijo. “Yo quisiera hacerlo, estableciendo los calendarios de acuerdo con el Gobierno de Israel”.
La comunidad internacional, incluido EE UU, mantiene sus embajadas en Tel Aviv. La Administración del presidente Barack Obama, como hicieron sus antecesores, no reconoce formalmente a Jerusalén como la capital del estado israelí, porque del mismo modo la consideran los palestinos. En su discurso, pronunciado ante líderes políticos y empresariales israelíes (entre los que se hallaba el magnate Sheldon Adelson), Romney recibió una gran ovación cuando realizó esa afirmación. El candidato se había reunido previamente con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al que conoce desde hace casi cuatro décadas, y había visitado el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del judaísmo.
Romney también quiso aprovechar su visita a Israel para lanzar una advertencia a Irán. “No debemos engañarnos pensando que la contención es una opción. Debemos liderar el esfuerzo para prevenir que Irán construya y posea armas nucleares. Hay que emplear todas las medidas posibles para poner fin a la deriva nuclear del régimen iraní”, dijo Romney el domingo. “En última instancia, por supuesto, ninguna opción debe ser excluida. Reconocemos el derecho de Israel a defenderse, y que es correcto que EE UU le apoye”. Además, dijo sobre los ayatolás: “Están poniendo a prueba nuestras defensas morales. Quieren saber quién se opondrá a ellos y quien hará la vista gorda”.
Al margen de que las cifras que utilizó sean incorrectas y de que la diferencia sea aún mayor, Romney no dedicó ni una palabra a explicar cuáles son las causas del empobrecimiento palestino. En particular, evitó hablar de la restricción de movimientos que impone la ocupación israelí y que el que el Banco Mundial considera en sus informes el gran obstáculo para el desarrollo palestino. Romney atribuyó el progreso económico israelí al peso de la cultura, de la historia judía y a la obra de la “providencia divina”.
“Es una declaración racista y este hombre no se da cuenta de que la economía palestina no puede alcanzar su potencial porque hay una ocupación israelí”, dijo el negociador palestino Saeb Erekat. “Me parece que a este hombre le falta información, conocimiento y comprensión de esta región y su gente”, añadió Erekat, quién le acusó además de aludir a una falsa “superioridad cultural” israelí, según declaró a la agencia Associated Press.
Durante el evento, Romney consiguió recaudar un millón de dólares para su campaña electoral, con la que aspira a convencer a los estadounidenses de que es el hombre adecuado para presidir su país. Sheldon Adelson, destacado donante republicano y magnate del juego, fue uno de los asistentes al encuentro del lunes.
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Agustina Lovera