Tras largas horas de espera, rumores y especulaciones, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela declaró ganador a Nicolás Maduro: 51.2% a 44.2%. La oposición, que se había mostrado confiada antes, durante y después del cierre de las urnas, rechazó las cifras emitidas y denunció irregularidades en los comicios. “Ganamos y todo el mundo lo sabe”, dijo la líder de Plataforma Unitaria Democrática, que no pudo ser candidata, María Corina Machado, en conferencia de prensa. “(Edmundo) González Urrutia obtuvo el 70% de los votos y Nicolás Maduro el 30%. Esta es la verdad”, declaró. Durante las horas previas, en X, sus partidarios habían viralizado actas sueltas en diversos Estados para buscar validar esa hipótesis.
Tras la proclamación de resultados por parte de Elvis Amoroso, titular del CNE, Maduro salió a hablar desde el Palacio de Miraflores. “Hay que respetar esta Constitución. Hay que respetar al árbitro y que nadie pretenda manchar esta jornada bella que tuvo el pueblo de Venezuela”, dijo, mientras sus simpatizantes cantaban “no volverán” y algunos fuegos artificiales dibujaban el cielo de la capital. El oficialismo alegó un hackeo informativo masivo para la demora en la transmisión de datos. El CNE solicitó que se inicie una investigación “sobre las acciones terroristas perpetradas contra nuestro sistema electoral, contra los centros de votación y contra los funcionarios electorales”.
La vida diaria en Venezuela
“Válvula de escape”, fue la definición que Maduro esbozó en 2021 en torno a la dolarización –de hecho– sobre parte de la economía venezolana. Desde ese momento, Caracas tuvo un “boom de bodegones” con mercadería importada: alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza e higiene personal. A la vez, se normalizó el abastecimiento en supermercados y comenzaron a fabricarse productos locales. “En 2017 y 2018 no había plata ni productos. En 2021 y 2022 comenzó a haber mayor capacidad adquisitiva y empezaron a aparecer los productos. Ahora hay un gran nivel de abastecimiento, pero la capacidad adquisitiva mermó dos años después”, declaro un exvotante del chavismo que en esta elección sufragó por el candidato opositor Enrique Márquez, de Centrados.
La grave situación de los servicios básicos fue uno de los puntales de las críticas al oficialismo. El caso del acceso a la salud pública que existe, con médicos y salas, pero el paciente debe costear los insumos para los diversos tratamientos.
Durante los últimos años se produjo un cambio en la composición de la remuneración: el 90% de lo que cobran los trabajadores formales, especialmente estatales, consiste en bonos, lo que no incide en prestaciones sociales ni vacaciones. Entonces, un trabajador puede cobrar 130 dólares en bonos y el resto en salario (entre 10 y 20 dólares).
Estos trabajadores luego suelen realizar otras tareas complementarias para resolver: venden tortas, hacen delivery part time, son buhoneros (manteros) de ropa importada, para llegar a fin de mes y cubrir los gastos extras. El Gobierno impulsó esta complementariedad bajo la idea del emprendedurismo, una noción más arraigada en administraciones de otra ideología.
Las remesas se han convertido en otro elemento que permitió la subsistencia de las familias, aunque su impacto en el PBI todavía no fue cuantificado. Las cajas del programa de distribución de alimentos CLAP, cuyo origen se remonta al 2016 con productos importados de México, Brasil y Turquía, siguen funcionando, ahora con productos mayormente hechos en la propia Venezuela: arroz, granos, aceite, pasta, harina de maíz, azúcar, leche.
El recorrido opositor y la idea de “cambio”
La de Edmundo González Urrutia (EGU) nació como una “candidatura tapa”, bajo la idea de cuidar el lugar de otra persona, para suplantarlo más adelante, algo que nunca sucedió. EGU fue un subproducto de dos candidaturas no concretadas, la de María Corina Machado y su ladera Corina Yoris. Tras la salida de escena de Manuel Rosales, gobernador del Zulia, que se replegó para favorecer a González Urrutia a pesar de ser muy crítico de Machado, quedó evidenciado que la de la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) era la opción más potente del menú electoral antimadurista.
Masivas movilizaciones en el interior venezolano mostraron la fuerza de la idea de “cambio”, obturada en 2018 por la no participación de la mayoría opositora (solo se presentaron Henri Falcón, exaliado del chavismo, y Javier Alejandro Bertucci Carrero, un pastor evangélico que repitió postulación en 2024). Machado olfateó que la vía electoral le podía dar el rédito que no le dio “La Salida”, el plan de 2014 que comandó junto a Leopoldo López, hoy exiliado en España, ni tampoco el llamado de 2019 a una intervención extranjera en suelo venezolano tras la reelección de Maduro y la presidencia encargada (fallida) de Juan Guaidó.
El propio chavismo comenzó a explorar la idea de “cambio” en sus discursos y proclamas, consciente del desgaste de once años de gobierno de Maduro tras la muerte del líder fundacional del proceso, Hugo Chávez. Héctor Rodríguez, que en su momento sonó como posible figura de recambio, articuló un partido llamado Futuro, que buscó salir del “rojo-rojito” que siempre caracterizó al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para mostrarse multicolor. “Alianza por el Cambio” fue una de las tarjetas que postularon a Maduro. Uno de los slogan del presidente fue “la transformación está en la calle”.
Globovisión, Fedecámaras y Evangélicos
Otrora opositor a Hugo Chávez, el canal Globovisión se plegó a diversas transmisiones de Venezolana de Televisión durante la campaña electoral 2024, amplificando la actividad de Maduro. El sábado previo a la elección, la pantalla del empresario Raúl Gorrín mostró cómo el jefe de Estado inauguraba un complejo de la Misión Vivienda, que traspasó las cinco millones de unidades entregadas.
También el candidato del PSUV tuvo gestos hacia Fedecámaras, la cámara empresarial que en 2002 fue uno de los motores del golpe de Estado contra Hugo Chávez. Semanas antes de la votación, Maduro anunció el fin del impuesto a las grandes transacciones financieras. “Desde Fedecámaras exhortamos a las partes a respetar la decisión de la mayoría. En tal sentido consideramos de vital importancia para el futuro del país que, luego de finalizado este ejercicio de ciudadanía, se inicie un proceso de diálogo y reconciliación nacional”, se expresó la entidad en la previa, no parcializando como hizo en eventos previos, algo que el madurismo celebró en redes sociales.
También hubo marcha atrás en otras decisiones. “Ese centro comercial no va ahí. Vamos a expropiar eso y a convertirlo en una clínica, no sé, en una escuela, una universidad”, dijo en 2008 Hugo Chávez sobre el Sambil La Candelaria, un shopping que luego quedó en desuso y que el gobierno de Maduro devolvió a sus dueños en 2022 bajo la política de apertura económica que viene llevando adelante desde el desplome de la actividad petrolera y las sanciones estadounidenses.
Párrafo aparte amerita la serie de concesiones al sector evangélico, de fuerte crecimiento en el país. Con el plan “Mi Iglesia bien equipada” y el bono “El buen pastor” como puntales, la política hacia ese sector fue encabezada por el hijo del mandatario, Nicolás Maduro Guerra, apodado Nicolasito. En el tarjetón electoral acompañó a Maduro la Organización Renovadora Auténtica (ORA), una formación que también participó de sus candidaturas de 2013 y 2018.
Lo que viene
La puja por la interpretación de lo sucedido abre ahora nuevamente el capítulo internacional, siempre presente en el debate en torno a Venezuela. “Tenemos la seria preocupación de que el resultado anunciado no refleje la voluntad o los votos del pueblo venezolano”, declaró desde Japón el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Desde Chile hizo lo propio el presidente Gabriel Boric, al afirmar que no reconocerán “ningún resultado que no sea verificable”.
“Dictador Maduro, afuera!”, tuiteó Milei. Y agregó el presidente de Argentina: “Los datos anuncian una victoria aplastante de la oposición y el mundo aguarda que reconozca la derrota luego de años de socialismo, miseria, decadencia y muerte”.
Maduro le respondió en términos personales y regionales: “Ya ha surgido el club de fascistas de América Latina. Milei, te digo: no me aguantas ni un round. Bicho cobarde. Traidor de la patria. Eres un tronco de fascista. Ya este pueblo dijo no al capitalismo salvaje, no al fascismo”.
Los primeros mensajes de apoyo para Maduro fueron de los presidentes de Bolivia y Honduras, Luis Arce y Xiomara Castro, y del expresidente de Ecuador Rafael Correa. Luego se sumaron China, Irán y Rusia que felicitaron al mandatario.
El excanciller de Lula da Silva y asesor presidencial de Brasil, Celso Amorim, estuvo presente en Caracas todo el fin de semana, transmitiendo al presidente de Brasil sus impresiones sobre la jornada electoral. Según UOL, Lula espera las actas, la opinión del Centro Carter y los expertos de la ONU que están en Caracas. Todo ello será clave para terminar de comprender lo sucedido en la noche del domingo.
FUENTE: Cenital