La Asamblea Nacional francesa ha aprobado esta tarde con 331 votos a favor y 225 en contra el texto definitivo que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo y que abre la posibilidad de adoptar a las parejas homosexuales. El Gobierno espera así poner fin a meses de encendido debate en el que ha nacido un gran movimiento social de oposición que ha sorprendido por su amplitud, su radicalización y su recorrido. Partidarios y detractores de la propuesta se han dado cita de nuevo en diferentes puntos de la capital esta noche. Francia se convierte así en el noveno país europeo en autorizar los matrimonios homosexuales. España fue pionera en la equiparación total de estas uniones con el resto de matrimonios.
“Sabemos que no hemos retirado nada a nadie, al contrario hemos reconocido los derechos a nuestros conciudadanos cuya ciudadanía estaba falsamente cuestionada y hemos abierto derechos a todas las demás parejas”, indicó la ministra de Justicia ante los diputados, Christiane Taubira, tras darse a conocer el resultado de la votación. “Es por lo tanto sin duda alguna un texto generoso el que habéis votado hoy”, concluyó.
El texto de ley ha sido aprobado sin grandes sorpresas, ya que el partido socialista en el poder dispone de la mayoría absoluta en la cámara, y recibido al grito de “égalité” tras una tarde cargada de emoción en el hemiciclo. El propio presidente de la Asamblea, el socialista Claude Bertolomé, se mostró algo alterado y se equivocó al dar las primeras cifras. La oposición conservadora de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Jean-François Copé, ya ha anunciado que recurrirá el texto al Constitucional, aunque el Gobierno confía en que tiene pocos visos de verse sancionado.
Se calcula que las primeras bodas podrán celebrarse tan pronto como junio. Además del matrimonio y de la adopción, el texto prevé que las parejas ya casadas en países donde se autorizó las bodas gay anteriormente, como en España, podrán pedir en Francia la equivalencia. Añade además una nueva disposición para luchar contra la discriminación, al prohibir cualquier medida de sanción o de despido en contra de un empleado que rechazara, debido a su orientación sexual, expatriarse a un país que reprima la homosexualidad.
La ley, que en principio contaba con el respaldo de una mayoría de los franceses –aunque se mostraban divididos en cuanto a la adopción- ha dado nacimiento a un gran movimiento de protesta que pocos habían visto venir. Ni el Gobierno, que en vez de hacer adoptar la ley rápidamente tras su elección ha preferido debatir si incluir otros dispositivos como la reproducción asistida –temáticas que ha dejado para más adelante y que ahora parece difícil retomar-, ni la oposición de la UMP, que se ha subido al tren ya en marcha y no teme ahora desfilar junto a destacados miembros del partido de extrema derecha, el Frente Nacional, como ocurrió de nuevo en la última protesta el pasado domingo.
La tensión ha subido de un tono en las últimas semanas y cristalizó en una macromanifestación a finales de marzoen la que grupos de extremistas trataron de reventar el cordón policial y entrar a los Campos Elíseos, donde no disponían de autorización para desfilar. A pesar de las condenas de los portavoces del movimiento Manif pour tous, liderado por la excómica Frigide Barjot, y que define al colectivo como pacífico, anti-homófobo y apolítico, los grupúsculos extremistas han protagonizado incidentes al margen de las diferentes protestas.
También se han multiplicado, esta vez alentados por el movimiento, los denominados “comités de acogida”, grupos de decenas de personas que persiguen a los ministros socialistas en sus diferentes apariciones públicas para abuchearles e increparles. El propio presidente, François Hollande, lo vivió en carne propia cuando acudió a un plató de televisión para dar una gran entrevista a finales de marzo. Cada noche, cientos de personas toman unas horas la explanada de los Inválidos, a dos pasos de la Asamblea Nacional, donde encienden velas y entonan cantos en protesta por la ley.
Pero sobre todo, las asociaciones de defensa de los derechos de homosexuales alertan de una subida de los ataques homófobos, tanto verbales como físicos. Los deslices de la semana pasada en el Parlamento –el diputado de la UMP Philippe Cochet fue hasta acusar al gobierno de querer “asesinar a los niños” al abrir la adopción a los homosexuales- han echado un poco más de leña al fuego y participado en el clima de homofobia reinante.
El pasado domingo, miles de personas se concentraron de hecho en París, con muchos menos medios que los de la Manif pour Tous que desfilaron también ese día, en rechazo a la homofobia y a favor de la ley. Era también la ocasión de demostrar que existe otra Francia que la retratada diariamente a través de las acciones de los detractores del matrimonio gay y que está calando fuera del país. Esta tarde de nuevo, después de la aprobación oficial, los anti y los pro han previsto sendas concentraciones en diferentes puntos de la capital.
FUENTE: El País