Vivimos un tiempo social donde muchos términos, conceptos y teorizaciones de antaño son relativizados. Se cuestiona que la tierra sea redonda, si el hombre llegó a la luna o, por venirnos más cerca en los días, si los dinosaurios existieron. En la construcción de sentido permanente que intenta la derecha global, no sorprende que se haya apropiado, por ejemplo, del término “libertario”, palabreja que hasta hace una década atrás, referenciaba a nivel internacional a personajes como Severino Di Giovanni, y viniéndonos a estos lares, al español Antonio Soto o al propio Osvaldo Bayer.
Como bien lo explican numerosos intelectuales, en esa “reconstrucción del sentido” sólo importa lo que cada individuo cree, más allá del conocimiento que haya podido estructurar la humanidad a través de los siglos. Cierta ignorancia es reivindicada de manera sistemática y hasta la meritocracia (tan utilizada para la justificación de ciertas diferenciaciones clasistas) queda al costado del camino. Poco importa el ridículo, porque en los tiempos de la post verdad, vaya la paradoja, un igualitarismo falso supone que cada individuo está en condiciones de argumentar lo que le venga en ganas porque, en definitiva, le asiste el derecho.
En ese devenir, el primer gobierno libertario de la historia se enfrenta cotidianamente al enorme desafío de la administración de la cosa pública, en un contexto de estrechez en un país que no las tiene todas consigo. En la campaña electoral que lo catapultó al poder prometió el cierre del Banco Central, la baja urgente de la inflación, una dolarización rápida (ya tenía, supuestamente, el acuerdo por unos U$s 35.000 millones para sostenerla), eliminar a la casta y el uso indiscriminado de la motosierra. Habiendo cumplido sólo con ésta última, la autoridad monetaria sigue imponiendo condiciones, el peso se ha ido fortaleciendo, el aumento de alimentos, bienes y servicios no cede del 3% (en los tiempos oscuros y pecaminosos del atroz kirchnerismo, ese número rondaba el 1,5%), debió pedir socorro ante el Fondo Monetario Internacional ante el hecho innegable de contar con reservas negativas y con la casta se ha asociado en un buen número de veces para logar no pocos objetivos legislativos.
En la semana que se va, apareció, de la mano del propio ministro de Economía Luis Caputo, el globo de ensayo de una reforma fiscal, obviando el paso por el Congreso, que permitiría la libre utilización de hasta U$s 100.000 en la economía formal, sin que nadie pregunte el origen de esos fondos, cuestión que, de acuerdo a los convenios internacionales suscriptos por la Argentina, hoy resulta una obligación.
Bajo la falsa premisa de que podremos utilizar los dólares que los argentinos tenemos en el colchón (se estima que fuera del sistema existen unos U$s 270.000 millones no declarados), se nos anuncia que podremos ir a comprar bienes y servicios en esa moneda, como si ello resultara un éxito en sí mismo.
El proyecto abre puertas y esconde razones: se plantea un blanqueo de facto, habilitando a una serie de actividades de orígenes oscuros a formar parte de la economía formal. Resultó muy simbólico el chiste que el director de Research for Traders, Darío Epstein, le realizó al ministro cuando en el marco del 11 Latam Economic Forum, referenció a la “cole” de Once y le recordó que con esas esas estrategias de blanqueos inmemoriales, no le había ido nada mal, por cierto. La respuesta del funcionario debe reconocerse que no tiene remate.
Valen plantearse tres preguntas al menos. La primera refiere, de producirse semejante convite fiscal, a descubrir cuánto tardarían los grupos narcos en poner en marcha el derive de sus economías hacia testaferros de carne y hueso y pequeñas empresas fantasmas que permitan adquirir no pocos bienes bajo un registro formal. Ayyyyy unión transitoria de (micro) empresas, ya te olfateo en el aire!!!!!!!
La segunda duda radica en el silencio oficialista en estos arrabales del mundo. Desde la prédica político comunicacional de la provincia de Santa Fe y del municipio de Rosario, se ha reivindicado la lucha contra las bandas narcos y cómo se han desarrollado ciertas estrategias legales para reducir el accionar del blanqueo.
No deja de llamar la atención, en una región influida por el devenir narco y sus tentáculos desarrollados en ámbitos institucionales, el silencio gubernamental ante la propuesta libertaria. Enfrascados en un renovado intento por limitar algún accionar del gobierno nacional mediante reuniones tardías con casi todos gobernadores que, hasta ayer nomás, le votaban todo al libertarismo, o expectantes por una propuesta paritaria al sector público que garantiza la pérdida de ingresos a sus trabajadores; es probable que no haya habido tiempo de enterarse de ciertas novedades. Qui lo sá.
La tercera, por su parte, refiere a saber por qué, con un soberbio préstamo de U$s 20.000 millones del FMI y la promesa del Tesoro de los EE.UU. de facilitar un crédito directo de ser necesario, el Gobierno nacional sigue buscando dólares. ¿Dolarización en miniatura, concreción específica de la economía bi monetaria que suele describir Cristina Fernández de Kirchner o plan insustentable que necesita de manera permanente de un flujo de dólares que caen en una especie de barril sin fondo? Preguntas para la almohada querido lector, estimada lectora.
En términos institucionales, lo que distingue a la administración mileista es que gobierna en un contexto de debilidad estructural a partir de la escasa representación parlamentaria y de desarrollo territorial con los que cuenta, en un contexto de una atomización partidaria harto evidente. Situación que puede verse resumida en lo sucedido con la fracasada sanción de Ficha Limpia, instrumento nacido con el único objetivo de propiciar la proscripción de la ya nombrada ex presidenta.
El proyecto, que viene de una larga serie de desencuentros, pareció encaminarse cuando, a partir del anterior fracaso, fue el propio presidente Javier Milei quien le dio el visto bueno y apoyo a la diputada por el PRO Silvina Lospennato para que presentara uno nuevo.
En la división cada vez más evidente de las derechas argentinas (por lo menos en la instrumentación de cierta cotidianidad), se explican los motivos de la nueva frustración de los falsos profetas del republicanismo. Como una síntesis de la falta de acuerdo con la que convive la política argentina cotidianamente, el proyecto llegó a lo que debía ser el final de su recorrido, contextualizado por una serie de disidencias que lo exceden, pero que lo condicionaron definitivamente.
En la misma semana que debía ser tratado, necesitando de una unidad que no existe, Patricia Bullrich pegó el salto del PRO al que hasta hace poco tiempo conducía, hacia La Libertad Avanza; Mauricio Macri, en el ocaso de su vida política, apareció en escena para fortalecer (ponele) la candidatura de Lospennato, la cual se frotaba las manos ante un hipotético triunfo en un tiro a doble banda: su sanción fortalecía su candidatura en las elecciones del 18 de mayo, a la vez que limitaba a la figura opositora más importante.
Pero el libertarismo no está en condiciones de aplaudir éxitos ajenos. Con el contexto del proceso electoral de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como trasfondo, primó lo subterráneo, eso que no se ve. El rechazo al proyecto de parte de dos senadores misioneros, mostró una especie de sobreactuación libertaria de indignación y enojo que, supuestamente, incluyó al propio presidente de la Nación.
Pero si la mentira tiene patas cortas, a las puestas en escena de cierta forma de hacer política, los pliegues se les descubren de manera mucho más rápida. Bastó un off the récord no confirmado de Carlos Rovira, hombre fuerte de Misiones, diciendo (supuestamente) que el voto negativo de Carlos Arce y Sonia Decut lo había solicitado Milei, para que el escándalo quedara expuesto en toda su magnitud.
Pero más allá de los dimes y diretes que nunca serán del todo confirmados, existe una situación estructural que viene a reforzar la idea de que los senadores “disidentes” no actuaron por motu propio: para las elecciones de medio término del 8 de junio a celebrarse en Misiones, el Frente de la Concordia y LLA tienen tal nivel de acuerdo entre sí, que en las listas integradas de manera común por ambos espacios, la fuerza violeta tiene un nivel de representación del 40% de las candidaturas. A veces, ciertas elucubraciones conspirativas resultan innecesarias.
En esa propulsión libertaria al ridículo comentada en el comienzo, la semana resultó pródiga en ejemplos: el presidente ensayó un comentario con el que cree haber derribado la teoría de la explotación, a la par de haber iniciado demandas judiciales a tres periodistas por opinar por las características ideológicas de su construcción política; con el boom de la serie argentina más vista en los últimos años, donde el mensaje promocional afirma que “nadie se salva sólo”, escrita por Héctor Germán Oesterheld (hombre desaparecido junto a sus cuatro hijas y dos nietos) y dibujada por Francisco Solano López, ambos artistas reconocidos por su pertenencia al ideario nac & pop, el mundillo libertario creyó encontrar fundamentos de su cosmovisión del mundo; y en un paroxismo de proporciones, celebró la auto nominación de Robert Prevost como el papa León XIV, como una señal en favor de las fuerzas del cielo, desconociendo la historia y el mensaje que supone la continuidad de León XIII creador, hace más de 130 años, de la Doctrina Social de la Iglesia Católica.
Y en este último hecho preferimos quedarnos. La llegada del estadounidense al papado, hombre cercano a Francisco, quien evidentemente dejó la tarea hecha para su sucesión, supone una brisa que ilusiona ante un mundo que cada vez luce más injusto y miserable. Peruano y latinoamericano por adopción, con una historia pastoral construida en la América profunda, con un discurso dicho (en parte) en castellano y no olvidando su recorrido ni a sus semejantes, su elección deja una mueca esperanzadora para creyentes, agnósticos y ateos. Que su papado nos incluya a todos. Que así sea.
(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez