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Sábado, 19 Abril 2025 21:55

Celebrando los fracasos Destacado

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Cuántas noches de victorias,
que al otro día eran derrotas.
Me fui cayendo en el barro,
no tengo ni pal' fracaso…

“Traicionero” - La Beriso

El Gobierno libertario anda de festejos. Promulgados por sí mismo, con mucho de ficción y de alegría impostada, trata de sobrellevar el “nuevo régimen” cambiario con la ilusión del eterno presente, donde no tiene valor nada de lo que se afirmaba hasta hace meses o semanas atrás. 

Como el equipo que celebra el empate agónico luego de una derrota de dos o tres goles en contra, la devaluación que se proyectaba hasta el 30%, pasados los tres días de esta semana pascual, se recortó en algo más del 10%. En las luminosas marquesinas del sistema de medios que le resulta funcional, los olvidos y la tentación de un dólar barato no dejan de representar una buena noticia en sí mismos. Aunque todos sepamos que debajo de la alfombra se esconden no pocos fracasos.

En el dispositivo comunicacional pre electoral libertario, Javier Milei resultaba un personaje infalible, su supuesto conocimiento de las cuestiones de mercado y de la macroeconomía, lo convertían en una especie de gurú que todo lo sabía de antemano. La inflación era un problema monetario que se corregía con la motosierra en la emisión y en el achique del Estado; el Fondo Monetario Internacional era un enjambre de burócratas que nada sabían de economía y la Argentina jamás negociaría con países comunistas. 

En esas certezas que se proyectaban en la administración del gobierno, el libertarismo negaba la idea de la devaluación porque los mandriles querían verlo derrotado y el cepo sería levantado cuando el país tuviera la fortaleza suficiente para evitar una corrida del tipo de cambio. 

La inflación de marzo fue del 3,7%, un mes, al igual que diciembre, con números generalmente altos. Pero la soberbia libertaria fue tal, que olvidaron de avisar que la tendencia a la baja ya no se sostendría. Pese a la “alegría” de una devaluación moderada (pongamos un manto de piedad), abril y mayo pintan con una proyección que, según todas las consultoras, estarían por encima de lo registrado el mes pasado. 

Pero el miedo no es zonzo diría mi abuela, y no faltaron las presiones a las grandes cadenas de supermercados para que no convaliden aumentos que vengan impuestos por los formadores de precios y que puedan trasladarse a las góndolas. Con quince meses consecutivos de retracción de consumo, un verdadero récord sobre el que habría que revisar el libro Guinness, nadie tiene mucho resto para trasladar la posible suba de precios, así como así. La potencia comunicacional gubernamental hizo el resto, sumado ello a que, en esa disputa, cual si fuéramos ciudadanos de países escandinavos, desde el presidente hacia abajo se nos recomendaba no comprar determinados productos para no convalidar sus aumentos. 

Ese planteo tiene dos límites que ya se conocieron en los tiempos de un kirchnerismo fortalecido en el poder: que la demanda resulta inelástica ya que ciertos consumos (alimentos y servicios) no pueden eliminarse y que la estructura económica argenta se sustenta sobre la base de un modelo concentrado de producción y de comercialización. Comprar fideos italianos no resulta más barato, los servicios de telefonía e internet actúan en forma oligopólica y la producción de ciertos insumos estratégicos están en manos de los Paolo Rocca de la vida.  

El préstamo del FMI vino a auxiliar a un modelo que languidecía y el relato libertario dejó en el olvido la burocratización de sus funcionarios. La banda cambiaria, mala palabra en el universo violeta hasta hace semanas atrás, se convirtió en la buena nueva que les dará estabilidad y certeza a los argentinos.

La impunidad del relato (y cierto infantilismo) llega a tales niveles que la novedad de los últimos días es la celebración en redes, en algunos operadores comunicacionales del oficialismo y funcionarios gubernamentales, sobre las bondades del carry trade. Recordemos brevemente el enjuague: ingresan dólares al país por el plazo de seis meses, se ofrece una taza de interés en los plazos fijos que está por encima de lo que suceda con la banda cambiaria y al final del recorrido nuevamente se monetizan en dólares armando un verdadero negocio de proporciones. El esquema representa una verdadera trampa para el país, una en el que algún pequeño ahorrista se imaginará haciendo la diferencia, pero que supone el riesgo de que los grandes inversores quieran irse todos juntos y en el mismo momento, emulando el tristemente célebre modelo de la puerta 12.

Y a la serie de supuestas victorias que en realidad esconden fracasos, debe sumarse el posicionamiento oficial frente al complejo escenario internacional y del que Argentina queda a mitad de camino de las dos potencias que hoy protagonizan la guerra comercial.

En la semana el gobierno recibió un espaldarazo con la llegada del secretario del Tesoro de los EE.UU., Scott Bessent, hombre cercano al presidente Donald Trump. Pero no todo fue de acuerdo a lo que dejaron transcender algunos voceros oficialistas vía off the record: el dato era que el funcionario norteamericano llegaba con un segundo préstamo, esta vez del propio Tesoro, como fortalecimiento de las reservas. Pero de acuerdo a lo dicho por el republicano ese préstamo no estaba considerado.

El funcionariado argentino debió conformarse con el apoyo brindado por la administración Trump ante el Fondo y con el agregado de que Bessent, en línea con lo afirmado algún tiempo atrás por Mauricio Claver Carone (Enviado Especial de los Estados Unidos para América Latina), sugirió que si la administración Milei mantiene su política económica, estará eventualmente en condiciones de acumular divisas para cancelar el swap con China.

De alguna manera, el presidente se encuentra cinchado entre el modelo chino y lo que representa por este tiempo la cosmovisión trumpista, y tal como lo ha definido el analista Emilio Ordóñez en AM1330, lo de “Milei representa un pragmatismo forzado por las circunstancias, no buscado, de cara al gran país asiático y de alguna forma contrario a su discurso inicial”.

En este proceso de celebraciones sin sustento real, el Gobierno trata de hacernos mirar otra pantalla: el presidente asistió cinco horas a un programa de radio oficialista, no privándose de cantar, de reversionar ridículamente “Muchachos”, de insultar personajes de la comunicación y de dar una serie de afirmaciones de dudosa realidad sobre el ingreso de los trabajadores, ya que en la hipotética mejora sobre la inflación, se omitió informar las horas extras; se sumó con su opinión a los dichos de la chimentera Viviana Canosa quien realizó declaraciones con denuncia judicial incluida contra determinados personajes artísticos que, vaya casualidad, resultan opositores al Gobierno, y ha promovido el tratamiento de la Ley de Ficha Limpia que intentará imponerse como un obstáculo para alguna candidatura en el próximo turno electoral a Cristina Fernández de Kirchner.

La gran zanahoria que ofrecerá a la sociedad es la posibilidad de un dólar barato que siga habilitando, para los sectores altos y medio altos, viajes al exterior, compra de insumos importados a precios razonables y la continuidad de la motosierra como forma de ordenamiento social.

Si la semana pasada nos preguntábamos qué traía como contraparte el préstamo del Fondo, fue el propio Jefe de Gabinete Guillermo Francos quien reconoció en el informe de gestión ante la Cámara de Diputados que el Gobierno prepara una reforma previsional. En la confianza de una entrevista se animó a afirmar que en estos momentos no tienen los números para imponerla en el Congreso. Las fichas, al igual que el nuevo esquema financiero, están puestas en las elecciones de octubre de este año.

Pero esas expectativas enfrentan, al menos, tres inconvenientes:

  • Hoy, nadie puede dar por sentado un triunfo libertario. Las encuestas no dan bien ni siquiera en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El caso santafesino del último domingo puede resultar un buen ejemplo de lo que podría suceder a nivel nacional.
  • Javier Milei no estará en las boletas y si bien todo parece indicar que el partido se ha desarrollado a lo largo y ancho del país, nada supone que aparezcan candidatos seductores. Recordemos que, a diferencia de las elecciones presidenciales de 2023, en este turno de medio término, prevalecen 24 distritos jurisdiccionales y en muchas ocasiones se imponen las dinámicas locales. 
  • Todo parece indicar que, de hacer una buena elección y sin un acuerdo con el PRO (cuestión poco probable por estas horas con la excepción de la provincia de Buenos Aires), los violetas le restarían votos y bancas a los amarillos, con lo cual la composición de las cámaras no resultarían alteradas en su esencia.

De alguna extraña manera y dado que la necesidad tiene cara de hereje, el libertarismo vende victorias que, en definitiva, representan un ruidoso fracaso al ideario construido desde su irrupción en el sistema político local. Y lo que es peor: el futuro determinará que tal vez, desde el barro, muchos argentinos no tengan ni “pal’ fracaso”.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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